Vanessa Gutiérrez González
Viernes, 04 de Diciembre de 2015
habla el lector

El analfabeto político

“El peor analfabeto es el analfabeto político. No sabe que el costo de la vida, el precio del pan, del pescado, de la harina, del alquiler, de los zapatos o las medicinas dependen de las decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro, que se enorgullece e hincha el pecho diciendo que odia la política. No sabe, el imbécil, que, de su ignorancia política nace la prostituta,  el menor abandonado, y el peor de todos los bandidos, que es el político corrupto y servil de las empresas nacionales  y multinacionales.”

 

Este poema no es mío, ya me gustaría. Fue escrito por Bertolt Brecht hace más de 60 años. Mejor pensado, tampoco me gustaría que fuera mío, porque casi siete décadas más tarde, tristemente, podemos aplicar este poema a nuestra sociedad palabra por palabra.

 

A las pruebas me remitiré. Hace menos de una semana, en el diario El Mundo, se publicaba una encuesta del CIS realizada en Castilla y León y también ofrecían algunos resultados a nivel estatal y las conclusiones no podían ser más desoladoras. Más de la mitad de los electores, el 58%, reconocía no haber mirado ni un solo folleto ni un programa electoral. Me gustaría pensar que es porque, al menos, sabían el programa que defendía el partido al que iban a votar, pero mirando el resto de datos, me temo que la principal razón para que no se molestaran en leer, informarse, aprender, es porque el 49% solo siguió la campaña por televisión, y el 47% admitió no haber mirado nunca la prensa ni escuchado la radio. Sabia decisión. Es sabido que, además de entretener, la televisión distrae, adoctrina, y, en algunos casos, incluso atonta. Que luego nos quejamos de que nos gobiernan los ladrones, claro. Y los corruptos. Y los de siempre. Es decir, los mismos a los que siempre votamos porque siempre los vemos en televisión, porque, ¡oh, coincidencias de la vida! Esos son los que pueden permitirse pagar a las televisiones (por no decir obligarlas) para ser los únicos que salgan en ellas en periodo electoral (y en los demás también) y por supuesto, sin hablar de sus tramas mafiosas, cargos electos como delincuentes, no siendo que el votante se vaya a dar cuenta y se líe. Maldito círculo vicioso.

 

Así las cosas, no es de extrañar que en Castilla y León, uno de los procuradores menos valorados sea José Sarrión, de IU, claro. Es el chico nuevo, profesor, político, con un currículo brillante antes y después de entrar en las Cortes. No en vano es el procurador que ha conseguido la media más alta de iniciativas presentadas en las Cortes, 35 en dos meses, frente a las 14 del PSOE, 0,9 de Podemos y ninguna del PP. Pero claro, el chaval no sale por la tele. Más le valdría.

 

No es culpa de los políticos que estemos como estamos. Como políticos que son, algunos profesionales, se dedican precisamente a mantener a toda costa su asiento en el Senado, en el Congreso o en la Moncloa, cueste lo que cueste (literalmente, porque total, el dinero sale de nuestros bolsillos) pagar a las televisiones para que nos hagan la campaña electoral. La culpa es del votante que vota en blanco porque no quiere votar a ninguno, o del que no va a votar porque “total, para qué” (no soy capaz de mencionar un solo caso en el que decir esa frase cambiara las cosas, por no hablar de que el que no vota desprecia la sangre de los que tuvieron que matarse para que hoy podamos tener el derecho de elegir en las urnas), del que vota al chaval ese que sale por la tele insultando al periodista que me cae tan mal, que si le insulta pues oye, algo hará, y de quien vota en realidad sin tener ni idea de lo que vota, y además con mucho orgullo de no saberlo y muy pocas ganas de aprenderlo.

 

Así que gracias a todas/os, analfabetas/os políticos, por permitir la prostitución en nuestro país, por permitir que vuestras hijas e hijos hipotequen su futuro por un trabajo semiesclavo, por dejarles sin enseñanza pública o la posibilidad de ir al médico, por dejar que vuestros ancianos o enfermos mueran sin una ley de dependencia digna, o sin poder pagarse los medicamentos. Gracias, analfabeto político, por seguir permitiendo los asesinatos machistas, las leyes represivas, las asfixiantes reformas laborales que están consiguiendo que trabajemos (quien tenga la suerte de hacerlo) por un plato de comida, que a veces ni siquiera podemos comer bajo un techo, porque también el analfabeto político ha permitido que nos desahucien de nuestras casas. Gracias por permitir que los bancos sigan ganando mientras el pueblo sigue perdiendo. Gracias, analfabetas/os políticas/os, por ser este el presente y el futuro que os ofrecéis a vosotras/os mismos y al resto de las/os votantes.

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