CUADERNO DE VIAJE: OTOÑO EN NUEVA YORk IV
Del Empire State a los barrios étnicos
![[Img #18499]](upload/img/periodico/img_18499.jpg)
Nueva York es una ciudad de rascacielos y entre nuestros objetivos estaba visitar tres de las alturas más impresionantes del skyline neoyorquino: el One World Trade (que ya visitamos), el Top of de Rock del Rockefeller Center que programamos para el viernes y el Empire State. Así que nuestro primer objetivo del martes fue conocer uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad, una construcción que cada noche es iluminada con un color diferente y que se encuentra apenas 10 minutos de nuestro hotel, muy cerca del estadio del Madison Square.
Hasta el momento no habíamos sufrido temidas colas en ningún lado –más que las originadas por la seguridad y los registros-. En esta ocasión tuvimos que esperar un poco pero no más de diez minutos, creo que nada comparado con lo que se puede crear en algunos momentos visto el preparativo para distribuir a los turistas en cola por todo el hall de la entrada al ‘observatorio’.
El precio de la entrada, igual que el One World Trade, 32 dólares (parece la tarifa base de los rascacielos) que puedes pagar en cash (metálico) o tarjeta. Ya con nuestra entrada en la mano nos entregan unos audioguías de lo más completito: imágenes, historia, curiosidades, datos… vamos que no le falta detalle. De hecho, a Carol le encantó el audioguía y seguro que cuando lleguemos a España busca en la web del Empire State para ver si lo encuentra. Si el One World Trade tiene un diseño futurista, el Empire State conserva el encanto de otra época, suelos de mármol, cristales grabados con el emblema del edificio, lámparas gigantescas… vamos que si algun@ ve la serie de Velvet le recordará bastante el diseño de las galerías del protagonista al interior del Empire State.
Siguiendo un recorrido marcado por amable personal del edificio –perfectamente uniformados acordes con el diseño del edificio- fuimos de ascensor en ascensor hasta llegar al mirador del Empire State. A pesar de que el día no era tan frío como los dos primeros de nuestra estancia, en el mirador de la planta 86 –al aire libre- hacía bastante frío pero las vistas merecían la pena. Eso sí, hacerse una buena foto en condiciones es complicado por los centenares de turistas. Nada que ver con las escenas románticas de las películas en las que los protagonistas están solos en el popular rascacielos. Gracias a los audioguías que proporcionan gratuitamente puedes descubrir cada edificio y cada punto de la ciudad. El tiempo es ilimitado, igual que en el One World Trade, por lo que puedes disfrutar de las vistas todo el tiempo que quieras.
Hay otro mirador más arriba –en la planta 102- pero optamos por no subir. Rocío ya había visitado la ciudad y nos indicó que la vista no es muy diferente y que el mirador es muy pequeño y es prácticamente imposible hacer una foto en condiciones porque los cristales –no es un mirador al aire libre- están muy rallados y sucios. Así que optamos por ahorramos los 15 dólares de incremento para subir a la plataforma superior.
![[Img #18503]](upload/img/periodico/img_18503.jpg)
El Empire State fue durante 40 años el edificio más alto de la ciudad de Nueva York (mide 443 metros contando su antena y tiene 102 plantas) y es imposible visitar la ciudad sin disfrutar de su belleza. Subir o no a su mirador ya es opcional. Hay gente que asegura que es mejor subir al Top of The Rock para poder así disfrutar de la vista del Empire State.
Metro, momento wifi
Nueva York tiene multitud de barrios y uno de los más populares es ChinaTown y muy cerquita Little Italy donde teníamos pensado comer. Y hasta allí fuimos y, como no, en metro. El metro es un mundo aparte, lleno de túneles a los que no les faltan leyendas e historias. El primer día tuvimos problemas para sacar el billete pero creo que fue el cansancio del viaje porque al final tuvimos en el metro nuestro mejor aliado para recorrer ‘downtown y uptown’ toda la ciudad. Además… todas las estaciones tienen wifi gratis y claro, eso es muy práctico y socorrido para turistas que llegan sin datos a la ciudad. Llegar al metro para nosotras es momento de “no disturb que estoy al móvil”.
El metro te permite llegar a cualquier punto de la ciudad sin muchas complicaciones, lo más importante es fijarse si una línea sube (uptown) o baja (downtown). Del Empire State a ChinaTown hay que “bajar” por lo que cogimos una línea dirección ‘downtown’.
ChinaTown y Little Italy
Saliendo por la boca del metro recuerdo más películas en las que se ve una ChinaTown en ebullición celebrando el Año Nuevo. Evidentemente el día a día no es lo mismo y no hay dragones volando ni farolillos adornando, pero sí que hay un evidente aire oriental. Carteles y anuncios en chino, bancos orientales y un sinfín de negocios de lo más variados, la mayoría regentados por orientales.
![[Img #18509]](upload/img/periodico/img_18509.jpg)
En esta zona hay multitud de tiendas de souvenirs, electrodomésticos y ropa, donde es posible encontrar buenos precios. Además, los comerciantes están abiertos al regateo y suelen decir “cuánto das”. También es muy normal que mientras vayas andando por la calle algunos vendedores ambulantes se te acerquen (sin mercancía en mano) y te susurren el nombre de algún diseñador famoso o marca conocida (como Michael Kors o Calvin Klein) con la intención de ofrecerte mercancía a muy buen precio (y mucha falsificada) en algún callejón. NUNCA hay que aceptar este tipo de invitaciones, ya que en este país no se andan con chiquitas y comprar un bolso de Michael Kors a precio inmejorable puede acarrearte una multa y quién sabe si prisión. Otro añadido a favor de este barrio para los españoles es que la mayoría chapurrean castellano.
Otro peculiar barrio neoyorkino es la pequeña Italia, que está justo pegando a ChinaTown y es fácilmente reconocible por un gigantesco letrero que anuncia el barrio (compuesto apenas por calle y media). Aquí hay multitud de restaurantes donde es posible comer muy bien a un precio respetable, después de mirar varias cartas (comprobando el añadido de la propina) nos decidimos por un restaurante llamado Luna cuyo relaciones públicas hizo bien su trabajo porque se puso hablar con nosotras en español y a contarnos que por ahí pasaban muchos españoles. Así que… unas más a la lista de los españoles en La Luna de Little Italy. Comimos muy buena pasta y algunas bebimos sangría –que bueno…mejor la española- por un precio –incluida la propina- no muy caro, unos 20 dólares por cabeza.
Una de las cosas más curiosas que vimos en este barrio fue un parking para coches en una especie de plataformas que daban como resultado de que los coches –la mayoría de esos grandotes que se gastan por aquí- pareciesen cochecitos de juguetes. Después vimos más de estos parkings, pero el primero llama la atención.
High Line
Para acabar la tarde optamos por ir hasta High Line, un original jadín elevado ubicado en una antigua línea de ferrocarril. Este parque urbano –que tiene una longitud de unos dos kilómetros- es ideal para disfrutar de un atardecer sobre el skiline neoyorkino, cuenta con numerosas zonas para sentarse, mesas y áreas de descanso. El sitio nos encantó y sorprende por el aprovechamiento de la infraestructura después de que ésta dejara de ser utilizada en los años 80. Una excelente forma de integrar y poner en valor los restos de la vía, al tiempo que se ofrece un nuevo espacio verde a la ciudad.
![[Img #18508]](upload/img/periodico/img_18508.jpg)
La zona además está rodeado de multitud de establecimientos donde poder disfrutar de un refresco o un café, incluso en el propio parque o en algunas de las múltiples terrazas públicas donde cualquiera puede sentarse o bien a tomar una consumición de algún establecimiento cercano o simplemente a descansar los pies.
Tras ver el atardecer decidimos “coger algo de comida” por el camino para cenar en el hotel. Ya que al día siguiente nos tocaba madrugar para realizar la excursión que más nos habían recomendado… Contrastes.
![[Img #18499]](upload/img/periodico/img_18499.jpg)
Nueva York es una ciudad de rascacielos y entre nuestros objetivos estaba visitar tres de las alturas más impresionantes del skyline neoyorquino: el One World Trade (que ya visitamos), el Top of de Rock del Rockefeller Center que programamos para el viernes y el Empire State. Así que nuestro primer objetivo del martes fue conocer uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad, una construcción que cada noche es iluminada con un color diferente y que se encuentra apenas 10 minutos de nuestro hotel, muy cerca del estadio del Madison Square.
Hasta el momento no habíamos sufrido temidas colas en ningún lado –más que las originadas por la seguridad y los registros-. En esta ocasión tuvimos que esperar un poco pero no más de diez minutos, creo que nada comparado con lo que se puede crear en algunos momentos visto el preparativo para distribuir a los turistas en cola por todo el hall de la entrada al ‘observatorio’.
El precio de la entrada, igual que el One World Trade, 32 dólares (parece la tarifa base de los rascacielos) que puedes pagar en cash (metálico) o tarjeta. Ya con nuestra entrada en la mano nos entregan unos audioguías de lo más completito: imágenes, historia, curiosidades, datos… vamos que no le falta detalle. De hecho, a Carol le encantó el audioguía y seguro que cuando lleguemos a España busca en la web del Empire State para ver si lo encuentra. Si el One World Trade tiene un diseño futurista, el Empire State conserva el encanto de otra época, suelos de mármol, cristales grabados con el emblema del edificio, lámparas gigantescas… vamos que si algun@ ve la serie de Velvet le recordará bastante el diseño de las galerías del protagonista al interior del Empire State.
Siguiendo un recorrido marcado por amable personal del edificio –perfectamente uniformados acordes con el diseño del edificio- fuimos de ascensor en ascensor hasta llegar al mirador del Empire State. A pesar de que el día no era tan frío como los dos primeros de nuestra estancia, en el mirador de la planta 86 –al aire libre- hacía bastante frío pero las vistas merecían la pena. Eso sí, hacerse una buena foto en condiciones es complicado por los centenares de turistas. Nada que ver con las escenas románticas de las películas en las que los protagonistas están solos en el popular rascacielos. Gracias a los audioguías que proporcionan gratuitamente puedes descubrir cada edificio y cada punto de la ciudad. El tiempo es ilimitado, igual que en el One World Trade, por lo que puedes disfrutar de las vistas todo el tiempo que quieras.
Hay otro mirador más arriba –en la planta 102- pero optamos por no subir. Rocío ya había visitado la ciudad y nos indicó que la vista no es muy diferente y que el mirador es muy pequeño y es prácticamente imposible hacer una foto en condiciones porque los cristales –no es un mirador al aire libre- están muy rallados y sucios. Así que optamos por ahorramos los 15 dólares de incremento para subir a la plataforma superior.
![[Img #18503]](upload/img/periodico/img_18503.jpg)
El Empire State fue durante 40 años el edificio más alto de la ciudad de Nueva York (mide 443 metros contando su antena y tiene 102 plantas) y es imposible visitar la ciudad sin disfrutar de su belleza. Subir o no a su mirador ya es opcional. Hay gente que asegura que es mejor subir al Top of The Rock para poder así disfrutar de la vista del Empire State.
Metro, momento wifi
Nueva York tiene multitud de barrios y uno de los más populares es ChinaTown y muy cerquita Little Italy donde teníamos pensado comer. Y hasta allí fuimos y, como no, en metro. El metro es un mundo aparte, lleno de túneles a los que no les faltan leyendas e historias. El primer día tuvimos problemas para sacar el billete pero creo que fue el cansancio del viaje porque al final tuvimos en el metro nuestro mejor aliado para recorrer ‘downtown y uptown’ toda la ciudad. Además… todas las estaciones tienen wifi gratis y claro, eso es muy práctico y socorrido para turistas que llegan sin datos a la ciudad. Llegar al metro para nosotras es momento de “no disturb que estoy al móvil”.
El metro te permite llegar a cualquier punto de la ciudad sin muchas complicaciones, lo más importante es fijarse si una línea sube (uptown) o baja (downtown). Del Empire State a ChinaTown hay que “bajar” por lo que cogimos una línea dirección ‘downtown’.
ChinaTown y Little Italy
Saliendo por la boca del metro recuerdo más películas en las que se ve una ChinaTown en ebullición celebrando el Año Nuevo. Evidentemente el día a día no es lo mismo y no hay dragones volando ni farolillos adornando, pero sí que hay un evidente aire oriental. Carteles y anuncios en chino, bancos orientales y un sinfín de negocios de lo más variados, la mayoría regentados por orientales.
![[Img #18509]](upload/img/periodico/img_18509.jpg)
En esta zona hay multitud de tiendas de souvenirs, electrodomésticos y ropa, donde es posible encontrar buenos precios. Además, los comerciantes están abiertos al regateo y suelen decir “cuánto das”. También es muy normal que mientras vayas andando por la calle algunos vendedores ambulantes se te acerquen (sin mercancía en mano) y te susurren el nombre de algún diseñador famoso o marca conocida (como Michael Kors o Calvin Klein) con la intención de ofrecerte mercancía a muy buen precio (y mucha falsificada) en algún callejón. NUNCA hay que aceptar este tipo de invitaciones, ya que en este país no se andan con chiquitas y comprar un bolso de Michael Kors a precio inmejorable puede acarrearte una multa y quién sabe si prisión. Otro añadido a favor de este barrio para los españoles es que la mayoría chapurrean castellano.
Otro peculiar barrio neoyorkino es la pequeña Italia, que está justo pegando a ChinaTown y es fácilmente reconocible por un gigantesco letrero que anuncia el barrio (compuesto apenas por calle y media). Aquí hay multitud de restaurantes donde es posible comer muy bien a un precio respetable, después de mirar varias cartas (comprobando el añadido de la propina) nos decidimos por un restaurante llamado Luna cuyo relaciones públicas hizo bien su trabajo porque se puso hablar con nosotras en español y a contarnos que por ahí pasaban muchos españoles. Así que… unas más a la lista de los españoles en La Luna de Little Italy. Comimos muy buena pasta y algunas bebimos sangría –que bueno…mejor la española- por un precio –incluida la propina- no muy caro, unos 20 dólares por cabeza.
Una de las cosas más curiosas que vimos en este barrio fue un parking para coches en una especie de plataformas que daban como resultado de que los coches –la mayoría de esos grandotes que se gastan por aquí- pareciesen cochecitos de juguetes. Después vimos más de estos parkings, pero el primero llama la atención.
High Line
Para acabar la tarde optamos por ir hasta High Line, un original jadín elevado ubicado en una antigua línea de ferrocarril. Este parque urbano –que tiene una longitud de unos dos kilómetros- es ideal para disfrutar de un atardecer sobre el skiline neoyorkino, cuenta con numerosas zonas para sentarse, mesas y áreas de descanso. El sitio nos encantó y sorprende por el aprovechamiento de la infraestructura después de que ésta dejara de ser utilizada en los años 80. Una excelente forma de integrar y poner en valor los restos de la vía, al tiempo que se ofrece un nuevo espacio verde a la ciudad.
![[Img #18508]](upload/img/periodico/img_18508.jpg)
La zona además está rodeado de multitud de establecimientos donde poder disfrutar de un refresco o un café, incluso en el propio parque o en algunas de las múltiples terrazas públicas donde cualquiera puede sentarse o bien a tomar una consumición de algún establecimiento cercano o simplemente a descansar los pies.
Tras ver el atardecer decidimos “coger algo de comida” por el camino para cenar en el hotel. Ya que al día siguiente nos tocaba madrugar para realizar la excursión que más nos habían recomendado… Contrastes.

































Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.88