Día Internacional de la Mujer
De juegos, dibujos, cuentos y otras realidades infantiles.
![[Img #2249]](upload/img/periodico/img_2249.jpg)
“¡Mami, quiero la Monster High para mi cumple, a
Draculaura! ¿Vale?”, grita Pablo entusiasmado mientras cuenta en le calendario
los días que faltan para cumplir 7 años.
- Ya te dije que no, que no te lo voy a
comprar, si quieres te regalamos la camiseta esa de ese jugador que te gusta,
¿Cómo se llama? Ronaldo, ¿No? Pero nada de muñequitas. Eso es para tu prima
Lorena está bien, pero para ti? No, hombre.
Pablo, vuelve a mirar para la tele. No comprende
la situación. Vale que le gusta mucho el fútbol, y siempre que puede no se pierde un partido del Madrid. Le
encanta verlos con papá, y gritar Gol, a grito pelao. Pero también le gustan
esas muñecas y la Barbie.
¡Le encantan las películas que ponen en la tele de la Barbie! ¿Pero no dicen que
los niños y las niñas somos iguales?
Y esta imagen que se ve y se ha visto a lo largo de los años, y parece condenada a
repetirse, es actual, sucede aquí, en cualquier casa de cualquier barrio de
cualquier ciudad. Nuestros niños son niños, y las niñas, niñas. Qué nadie se
lleve a engaño! Desgraciadamente seguimos, nosotros los adultos que proclamamos
y defendemos la
Constitución, la
Igualdad, marcando las
diferencias. Permitiéndolas. Somos cómplices para que esa igualdad deseada sea una mera ilusión que aparece en libros,
textos y manifiestos, pero que dista mucho de alcanzar la realidad.
Preferimos mirar para otro lado, y a la niña la
vestimos de princesita Disney, la maquillamos aunque solo tenga 2 años, y nada
más salir del hospital con su toquillita rosa, sus patucos rosa y su vestidito
rosa fucsia, le ponemos unos pendientes minúsculos, ojo, que se sepa que es una
niña. No nos vayamos a confundir.
Y poquito a poco, vamos adoctrinando a la
criatura. Verá dibujos donde los niños son los líderes del grupo, las niñas les
ayudan, claro, pero no toman la iniciativa; ellos son los que llevan la batuta,
y ellas se dejan llevar. Asómense a la tele, siéntese en el sofá con ellos. Y
ahí están, en pleno siglo XXI todos los estereotipos muy bien definidos. Para
los niños líderes, profesiones de ciencia y tecnología, para que sigan
gobernando los destinos del mundo. ¿Y nuestras niñas? Encantadoras princesas,
maquilladas, perfectas, monísimas de la muerte, amables y cariñosas con el sexo
contrario, compañeras sí, no protagonistas.
Y así se mantienen los roles. La niñas tienen
que atender a los demás, y nos llenan de anuncios de la Nancy veterinaria, doctora, la Barbie radiante para
agradar a su querido Kent, mamás en miniatura limpiando los pañales del Nenuco
con fiebre, …. ¿Para cuándo una Barbie
de profesión ingeniero técnico en electrónica? ¿Y si a nuestros niños
les gustan las muñecas? No, no ¡Por favor! ¿Dónde vamos a ir a parar?. A jugar
al balón que es lo que te toca.
Y así la rueda gira, y gira, y si desde los
primero años no la cambiamos. ¿Crees a acaso que lo vas a hacer a los cuarenta
con lecturas de manifiestos? ¡Rómpela ya!
![[Img #2249]](upload/img/periodico/img_2249.jpg)
“¡Mami, quiero la Monster High para mi cumple, a Draculaura! ¿Vale?”, grita Pablo entusiasmado mientras cuenta en le calendario los días que faltan para cumplir 7 años.
- Ya te dije que no, que no te lo voy a comprar, si quieres te regalamos la camiseta esa de ese jugador que te gusta, ¿Cómo se llama? Ronaldo, ¿No? Pero nada de muñequitas. Eso es para tu prima Lorena está bien, pero para ti? No, hombre.
Pablo, vuelve a mirar para la tele. No comprende la situación. Vale que le gusta mucho el fútbol, y siempre que puede no se pierde un partido del Madrid. Le encanta verlos con papá, y gritar Gol, a grito pelao. Pero también le gustan esas muñecas y la Barbie. ¡Le encantan las películas que ponen en la tele de la Barbie! ¿Pero no dicen que los niños y las niñas somos iguales?
Y esta imagen que se ve y se ha visto a lo largo de los años, y parece condenada a repetirse, es actual, sucede aquí, en cualquier casa de cualquier barrio de cualquier ciudad. Nuestros niños son niños, y las niñas, niñas. Qué nadie se lleve a engaño! Desgraciadamente seguimos, nosotros los adultos que proclamamos y defendemos la Constitución, la Igualdad, marcando las diferencias. Permitiéndolas. Somos cómplices para que esa igualdad deseada sea una mera ilusión que aparece en libros, textos y manifiestos, pero que dista mucho de alcanzar la realidad.
Preferimos mirar para otro lado, y a la niña la vestimos de princesita Disney, la maquillamos aunque solo tenga 2 años, y nada más salir del hospital con su toquillita rosa, sus patucos rosa y su vestidito rosa fucsia, le ponemos unos pendientes minúsculos, ojo, que se sepa que es una niña. No nos vayamos a confundir.
Y poquito a poco, vamos adoctrinando a la criatura. Verá dibujos donde los niños son los líderes del grupo, las niñas les ayudan, claro, pero no toman la iniciativa; ellos son los que llevan la batuta, y ellas se dejan llevar. Asómense a la tele, siéntese en el sofá con ellos. Y ahí están, en pleno siglo XXI todos los estereotipos muy bien definidos. Para los niños líderes, profesiones de ciencia y tecnología, para que sigan gobernando los destinos del mundo. ¿Y nuestras niñas? Encantadoras princesas, maquilladas, perfectas, monísimas de la muerte, amables y cariñosas con el sexo contrario, compañeras sí, no protagonistas.
Y así se mantienen los roles. La niñas tienen que atender a los demás, y nos llenan de anuncios de la Nancy veterinaria, doctora, la Barbie radiante para agradar a su querido Kent, mamás en miniatura limpiando los pañales del Nenuco con fiebre, …. ¿Para cuándo una Barbie de profesión ingeniero técnico en electrónica? ¿Y si a nuestros niños les gustan las muñecas? No, no ¡Por favor! ¿Dónde vamos a ir a parar?. A jugar al balón que es lo que te toca.
Y así la rueda gira, y gira, y si desde los primero años no la cambiamos. ¿Crees a acaso que lo vas a hacer a los cuarenta con lecturas de manifiestos? ¡Rómpela ya!

































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