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Me aseguraba hace años el padre Albano García en mis visitas de lunes a Valderas que estaba entusiasmado con la investigación que llevaba a cabo sobre la historia de las numerosas cofradías religiosas que, desde hacía siglos, se vinieron creando en cabeceras de comarcas y pueblos leoneses.
Destacaba el religioso y profesor la rigidez de las normas que debían observar todos lo cofrades para cumplir con lo dispuesto en las cláusulas por las que se regía cada colectivo religioso, sopena de afrontar multas elevadas pagaderas en maravedíes para cera (velas) y pago de los oficios al capellán o cántaras de vino, producto este que se consideraba como moneda de cambio en todo tipo de transacciones.
Entre las cofradías creadas en el siglo XVI en la provincia leonesa figura la Hermandad y Cofradía de la Santa Vera Cruz de la villa de Valderas (1582). Formada o renovada en la iglesia de la Santa Veracruz -ubicada fuera del recinto entonces amurallado de la localidad- con la asistencia del cabildo municipal, el mayordomo, Pedro Núñez de Santiago; el abad, Diego de León; el arcipreste, Luis Álvarez de la Torre y alrededor de un centenar de cofrades venidos de diferentes poblaciones de León, Valladolid y Zamora.
Los estudios realizados sobre esta cofradía valderense no aportan la fecha exacta de la creación inicial de la misma, llevada a cabo en la Iglesia de la Trinidad, por lo que se da por bueno que en el acto llevado a cabo a extramuros de la villa se procedió a la actualización de las normas de la cofradía y que fueron plasmadas en libro-pergamino.
Según el texto de la refundación, los cofrades venían obligados a reunirse en vísperas del día de la Santa Cruz de Mayo, siendo multados con ocho maravedíes aquellos que faltasen a los actos y la misma multa, además de una cántara de vino, debían satisfacer "todo cofrade que hablare mal de la Santa Vera Cruz". En el aspecto solidario entre cofrades se costeaba con fondos de la cofradía los gastos de entierro de quienes no disponían de medios económicos y la asistencia al velatorio de los vecinos más próximos al fallecido eran obligadas. También las normas eran estrictas para los cofrades a la hora de participar en las procesiones de Semana Santa y estuvo prohibida la asistencia a las mismas de mujeres hasta los últimos años del pasado siglo XX.
helena | Martes, 25 de Noviembre de 2014 a las 15:49:44 horas
Parece un artículo copiado de un estudio.
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