Paso firme de una tradición arraigada

Un año más centenares de personas abarrotaban esta mañana la iglesia parroquial a la espera de la llegada del San Sebastián de este año. Rubén Fierro Cid es el lagunés que este año ostenta el honor de interpretar la figura central de uno de los pocos auto sacramentales que se conservan en toda la región.

Para los que nunca han visto a San Sebastián sorprende su firme paso y algo 'robótico'. San Sebastián, ataviado con ropajes de estilo napoleónico, porta una lanza que mantiene estática durante todo el recorrido de la procesión. El público observa atento el paso del San Sebastián y estalla en vítores tras las venias, posiblemente los momentos más complicados de toda la representación. 

En esta fiesta, que encuentra sus orígenes en los Autos Sacramentales, se funde lo religioso y lo pagano. La historia de la procesión cuenta que San Sebastián desafía a la Iglesia y da la espalda al Santísimo Sacramento y finalmente se arrepiente y huye corriendo. Aunque no hay referencias claras a los orígenes de esta tradición, que podría remontarse al siglo XVI. La procesión va encabezada por San Sebastián y detrás los apóstoles (todos ellos interpretados por vecinos que desfilan tras San Sebastián) y diferentes imágenes procesionales. Tampoco faltan los danzantes vestidos de blancos que representan a los ángeles y los birrias, de negro y con látigo, que abren camino a la procesión.   

La emoción es palpable durante toda la procesión, es fácil encontrar gestos de emoción en más de uno de los asistentes. Los mayores miran, quizá recordando procesiones pasadas, y los más jóvenes observan, muchos de ellos con la ilusión de, quizá algún día, interpretar a San Sebastián.

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