Sábado, 31 de Mayo de 2014
FALLECIMIENTO PÉREZ RUIZ

"Hasta siempre, compañero"

Texto íntegro leído por Ana Gorgojo, edil socialista del Ayuntamiento de Valencia de Don Juan, durante el pleno celebrado ayer en sesión ordinaria.


No va a ser fácil hacerse a la idea de que no vamos a ver más a Alberto en los sitios que frecuentaba: las asambleas, las tertulias con amigos y compañeros, las conferencias, el coro, la asociación astronómica,… Y no va a ser fácil porque hay vacíos como el que nuestro compañero deja que nadie podrá nunca ocupar.

 

Alberto fue uno de los actores principales en la transición en la zona sur de León, comprometiéndose activamente encabezando la candidatura socialista en el Ayuntamiento de Valencia de Don Juan en las primeras elecciones democráticas. Cuántas veces hemos escuchado aquellas anécdotas de los primeros años de la democracia, su lucha infatigable para hacer que se consolidara y fraguaran sus principios, y muchos no se lo pusieron fácil; pero su tesón le mantuvo firme y con su persuasión continuó trabajando, para defender los derechos y la justicia social.

 

No hay placas que recuerden su legado, apenas una muy pequeña en la Casa de la Cultura. La Casa de la Cultura… ¡cómo no recordar el día de su inauguración! Para los que algunos que solo éramos unos niños, recordaremos siempre aquella noche como un acontecimiento sin precedentes en nuestro pueblo, porque no se trataba solo de un edificio más, sino que desde ese día La Cultura con letras mayúsculas estaría al alcance de todos, música, conciertos, bailes, la biblioteca, coral, actividades que como semillas crecieron en nuestros corazones.

 

Apostó por el deporte, y recompensó a la afición de toda la comarca con lugares de encuentro deportivo, como son nuestro frontón y pabellón, y cuando otros decían que para bañarse estaba el río, él miró hacia el polideportivo, que no sería lo que es sin aquellas inversiones; el puente, la vía verde, las casillas, las primeras casas de oficio,…

 

Como alcalde de Valencia de Don Juan realizó una gestión donde las luces superaron con creces a las sombras que contiene toda obra humana, cimentando la democracia local en 1979 y tomando en 1995 las decisiones estratégicas más audaces que hicieron posible el crecimiento económico y demográfico en la década siguiente de su localidad, destacando sobre todas el polígono industrial, ejemplo de desarrollo pero también de buen funcionamiento democrático. No creía la oposición de aquel momento en lo que iba a ser el polígono industrial, hasta el punto que Alberto se encerró en el ayuntamiento hasta conseguir un acuerdo para llevarlo a término. Cuántas personas de esta comarca tendríamos que darle las gracias, por mantenerse firme en sus convicciones y hacer realidad lo que solo parecía un sueño.

 

Pero Alberto fue también Presidente de la Diputación, seguro que el presidente con más sensibilidad hacia los pueblos y sus habitantes, y prueba de ello es el grato recuerdo que de él conservan quienes tuvieron la oportunidad de compartir la apasionante tarea de modernizar el medio rural durante los años que presidió la institución provincial.

 

Nunca abandonó su compromiso con las ideas de justicia social que inspiran el ideario de nuestro partido y la intensidad de su militancia era mayor cuando mayores eran las dificultades sociales que atravesaban los ciudadanos. También se acentuaba su activismo en momentos como el actual, donde la crisis política y moral se agudiza en nuestro país.

 

Preocupado hasta el final por el devenir de su querida organización política, llevaba luchando hace años internamente por mejorar su democracia así como los mecanismos de participación, considerando estas dos vías las únicas posibles para superar la difícil travesía del desierto que sufre el que hasta ahora es el partido de izquierdas más importante de España, su partido.

 

Alberto se hizo con el tiempo más sabio y prueba de ello es que no daba consejos que no le pedían y siempre le gustaba compartir sus inquietudes e iniciativas tanto con los suyos, con los que siempre había colaborado, como con los que le conocieron más tarde, sin guardar nunca rencor al adversario por grandes que fueran en su momento las diferencias.

 

Alberto siempre tendía su apoyo, su sonrisa y su cercanía a todo aquel que le escuchaba, que no éramos pocos. Siempre abierto a las personas humildes, siempre profundamente humano. A nadie deja indiferente esta pérdida, desde nuestra más profunda certeza de que León pierde a uno de sus mejores hijos, en este caso adoptivo, y de que estas líneas, o cualesquiera otras, siempre serán insuficientes para poner en valor al amigo y compañero Alberto Pérez Ruiz que hoy nos deja para siempre. Pero como dijo Orwell, “nada muere nunca”. Y más si cabe cuando el vacío es tan grande.

 

A él que tanto le gustaba observar el firmamento, seguro que encontrará una estrella desde donde guiarnos.

 

Hasta siempre, compañero.

 

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