“Vecinos de Villarrín del Páramo frente a la iglesia tras las campanadas anticipadas del 28 de diciembre de 2025.” 
Villarrín del Páramo revive la Navidad con unas campanadas anticipadas que unen al pueblo
Unas campanadas anticipadas organizadas por los propios vecinos han devuelto la ilusión y la vida a Villarrín del Páramo estas Navidades, demostrando que los pueblos pequeños aún tienen mucho que decir.
En Villarrín del Páramo, una localidad con menos de cincuenta residentes, la vida continúa resonando con fuerza. Este domingo, los habitantes se congregaron para festejar unas campanadas adelantadas que, más allá de señalar el inicio del año nuevo, representan la resistencia de un pueblo que se resiste a desaparecer.
La propuesta surgió de dos vecinos afincados en Madrid pero profundamente ligados a Villarrín, con ese carácter humilde y solidario tan propio de las comunidades rurales. A mediodía, los alrededores de la iglesia volvieron a llenarse de personas, carcajadas y abrazos. Repicaron las campanas, se alzó un brindis por lo venidero y, durante unos instantes, el silencio habitual de la España rural dio paso a una celebración colectiva.
Después, el encuentro prosiguió en el bar del pueblo —que permanece cerrado casi todo el año salvo para celebraciones sociales y las fiestas patronales de San Miguel— donde tuvo lugar el sorteo de una gran cesta navideña sufragada íntegramente mediante la venta de boletos a dos euros cada uno. Un pequeño gesto, sí, pero cargado del afecto comunitario que mantiene vivos estos pueblos.
“En Villarrín somos pocos, pero cuando nos unimos se nota. Estas campanadas son nuestra manera de afirmar que seguimos aquí, que no nos olviden”, comentaban algunos asistentes durante la fiesta. “Los pueblos pequeños también laten con vida, también celebran la Navidad y mantienen la esperanza en el futuro.”
La intención es repetir este evento anualmente y convertirlo en una costumbre que sume fuerzas, reúna e invite a más personas con los años. Porque esta celebración no es solo un acto lúdico: es una muestra palpable de que la España interior sigue viva gracias al compromiso de quienes permanecen en ella, aunque a veces las administraciones no presten atención.
En Villarrín del Páramo, una localidad con menos de cincuenta residentes, la vida continúa resonando con fuerza. Este domingo, los habitantes se congregaron para festejar unas campanadas adelantadas que, más allá de señalar el inicio del año nuevo, representan la resistencia de un pueblo que se resiste a desaparecer.
La propuesta surgió de dos vecinos afincados en Madrid pero profundamente ligados a Villarrín, con ese carácter humilde y solidario tan propio de las comunidades rurales. A mediodía, los alrededores de la iglesia volvieron a llenarse de personas, carcajadas y abrazos. Repicaron las campanas, se alzó un brindis por lo venidero y, durante unos instantes, el silencio habitual de la España rural dio paso a una celebración colectiva.
Después, el encuentro prosiguió en el bar del pueblo —que permanece cerrado casi todo el año salvo para celebraciones sociales y las fiestas patronales de San Miguel— donde tuvo lugar el sorteo de una gran cesta navideña sufragada íntegramente mediante la venta de boletos a dos euros cada uno. Un pequeño gesto, sí, pero cargado del afecto comunitario que mantiene vivos estos pueblos.
“En Villarrín somos pocos, pero cuando nos unimos se nota. Estas campanadas son nuestra manera de afirmar que seguimos aquí, que no nos olviden”, comentaban algunos asistentes durante la fiesta. “Los pueblos pequeños también laten con vida, también celebran la Navidad y mantienen la esperanza en el futuro.”
La intención es repetir este evento anualmente y convertirlo en una costumbre que sume fuerzas, reúna e invite a más personas con los años. Porque esta celebración no es solo un acto lúdico: es una muestra palpable de que la España interior sigue viva gracias al compromiso de quienes permanecen en ella, aunque a veces las administraciones no presten atención.
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