Calendarios de Adviento: una dulce cuenta atrás hacia la Navidad
Cada 1 de diciembre, hogares de todo el mundo abren la primera ventanita del calendario de Adviento, una tradición centenaria que combina ilusión, sorpresa y espíritu navideño. Descubre su origen, cómo se celebra y por qué sumarte a esta entrañable costumbre.
Los calendarios de Adviento se han convertido en un clásico imprescindible para dar la bienvenida al mes más mágico del año. Desde los más pequeños hasta los adultos disfrutan cada día descubriendo el contenido oculto tras cada ventana o compartimento, haciendo que la espera hasta Nochebuena sea mucho más especial.
El origen de esta tradición se remonta a la Alemania protestante del siglo XIX, donde las familias marcaban con tiza en la pared los días previos a la Navidad o encendían una vela diaria como símbolo de esperanza. No fue hasta principios del siglo XX cuando aparecieron los primeros calendarios impresos con pequeñas puertas que escondían imágenes religiosas o frases bíblicas. La idea evolucionó rápidamente y, tras la Segunda Guerra Mundial, comenzaron a popularizarse los calendarios con dulces y chocolates en su interior.
El funcionamiento es sencillo pero lleno de emoción: cada calendario contiene 24 ventanas o cajitas, correspondientes a los días comprendidos entre el 1 y el 24 de diciembre. Al abrir una cada mañana, se descubre una pequeña sorpresa —ya sean golosinas, juguetes, mensajes inspiradores o incluso productos cosméticos— que ayuda a hacer más llevadera la espera hasta el ansiado día de Navidad.
Ilusión de Navidad
En muchos hogares españoles y europeos, esta costumbre ha ido ganando adeptos año tras año. Existen versiones artesanales hechas en casa —con bolsitas colgadas en una cuerda o cajas decoradas— así como propuestas comerciales para todos los gustos y edades. Algunas familias aprovechan para incluir pequeñas actividades diarias: hoy horneamos galletas, mañana escribimos postales navideñas… Así, el calendario se convierte también en un motor para crear recuerdos compartidos.
La magia del calendario de Adviento reside precisamente en esa mezcla entre lo cotidiano y lo extraordinario: la alegría anticipada, el misterio diario y ese pequeño instante matutino que une generaciones alrededor del asombro infantil. Como dice un viejo refrán alemán: “La felicidad está hecha de pequeños momentos”. ¿Y qué mejor manera de celebrarlo que regalándonos veinticuatro sorpresas antes del gran día?
Si aún no has probado esta tradición tan entrañable, este es tu momento perfecto para empezar. Hazte con un calendario —o crea uno propio— e invita a tus seres queridos a disfrutar juntos de este viaje diario hacia la Navidad. Porque al final, lo importante no es solo llegar al destino… sino saborear cada paso del camino.
Los calendarios de Adviento se han convertido en un clásico imprescindible para dar la bienvenida al mes más mágico del año. Desde los más pequeños hasta los adultos disfrutan cada día descubriendo el contenido oculto tras cada ventana o compartimento, haciendo que la espera hasta Nochebuena sea mucho más especial.
El origen de esta tradición se remonta a la Alemania protestante del siglo XIX, donde las familias marcaban con tiza en la pared los días previos a la Navidad o encendían una vela diaria como símbolo de esperanza. No fue hasta principios del siglo XX cuando aparecieron los primeros calendarios impresos con pequeñas puertas que escondían imágenes religiosas o frases bíblicas. La idea evolucionó rápidamente y, tras la Segunda Guerra Mundial, comenzaron a popularizarse los calendarios con dulces y chocolates en su interior.
El funcionamiento es sencillo pero lleno de emoción: cada calendario contiene 24 ventanas o cajitas, correspondientes a los días comprendidos entre el 1 y el 24 de diciembre. Al abrir una cada mañana, se descubre una pequeña sorpresa —ya sean golosinas, juguetes, mensajes inspiradores o incluso productos cosméticos— que ayuda a hacer más llevadera la espera hasta el ansiado día de Navidad.
Ilusión de Navidad
En muchos hogares españoles y europeos, esta costumbre ha ido ganando adeptos año tras año. Existen versiones artesanales hechas en casa —con bolsitas colgadas en una cuerda o cajas decoradas— así como propuestas comerciales para todos los gustos y edades. Algunas familias aprovechan para incluir pequeñas actividades diarias: hoy horneamos galletas, mañana escribimos postales navideñas… Así, el calendario se convierte también en un motor para crear recuerdos compartidos.
La magia del calendario de Adviento reside precisamente en esa mezcla entre lo cotidiano y lo extraordinario: la alegría anticipada, el misterio diario y ese pequeño instante matutino que une generaciones alrededor del asombro infantil. Como dice un viejo refrán alemán: “La felicidad está hecha de pequeños momentos”. ¿Y qué mejor manera de celebrarlo que regalándonos veinticuatro sorpresas antes del gran día?
Si aún no has probado esta tradición tan entrañable, este es tu momento perfecto para empezar. Hazte con un calendario —o crea uno propio— e invita a tus seres queridos a disfrutar juntos de este viaje diario hacia la Navidad. Porque al final, lo importante no es solo llegar al destino… sino saborear cada paso del camino.



































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