Raúl Celada hace historia en la Behobia-San Sebastián
El atleta astorgano gana la 60ª edición de la mítica carrera donostiarra
La Behobia-San Sebastián volvió a teñirse de épica este domingo con la victoria del leonés Raúl Celada, que firmó una actuación impecable en la 60º edición de la mítica carrera guipuzcoana.
En una mañana fresca y con miles de voces animando en cada metro del recorrido, el astorgano del Bikila demostró que la paciencia también gana carreras.
Desde la salida en Behobia, Celada se mantuvo atento, refugiado en el grupo de cabeza junto con el resto de favoritos de la prueba. El alto de Gaintxurizketa sirvió para seleccionar a los más fuertes, pero fue en Miracruz donde Raúl Celada puso todas las cartas sobre la mesa, arriesgó, y le salió a las mil maravillas. Un cambio de ritmo decidido y contundente le permitió abrir hueco en la bajada hacia la capital donostiarra.
Con la meta cada vez más cerca, Celada aguantó el empuje de sus perseguidores por el Boulevard y cruzó la linea de llegada en solitario, levantando los brazos ante una marea de aficionados que lo coreaban como a un héroe.
Su triunfo, más allá del cronómetro, confirma la madurez de un corredor que combina cabeza fría, ambición y una pasión sincera por el atletismo.
La Behobia tiene un nuevo campeón, y su nombre ya resuena entre las leyendas.

La Behobia-San Sebastián volvió a teñirse de épica este domingo con la victoria del leonés Raúl Celada, que firmó una actuación impecable en la 60º edición de la mítica carrera guipuzcoana.
En una mañana fresca y con miles de voces animando en cada metro del recorrido, el astorgano del Bikila demostró que la paciencia también gana carreras.
Desde la salida en Behobia, Celada se mantuvo atento, refugiado en el grupo de cabeza junto con el resto de favoritos de la prueba. El alto de Gaintxurizketa sirvió para seleccionar a los más fuertes, pero fue en Miracruz donde Raúl Celada puso todas las cartas sobre la mesa, arriesgó, y le salió a las mil maravillas. Un cambio de ritmo decidido y contundente le permitió abrir hueco en la bajada hacia la capital donostiarra.
Con la meta cada vez más cerca, Celada aguantó el empuje de sus perseguidores por el Boulevard y cruzó la linea de llegada en solitario, levantando los brazos ante una marea de aficionados que lo coreaban como a un héroe.
Su triunfo, más allá del cronómetro, confirma la madurez de un corredor que combina cabeza fría, ambición y una pasión sincera por el atletismo.
La Behobia tiene un nuevo campeón, y su nombre ya resuena entre las leyendas.






































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