Lucía Casado
Lunes, 29 de Septiembre de 2025

Una investigación a escala global en la que participa la ULE revela que el 86 por ciento de los lobos que muere en Europa se debe a causas humanas

El trabajo, que ha sido publicado por la prestigiosa revista Mammal Review, ofrece la primera síntesis global sobre los patrones y factores de mortalidad de la especie y proporciona una referencia global para orientar políticas de gestión del lobo.

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El investigador del área de Zoología de la ULE, Héctor Ruiz-Villar, coautor del trabajo, destaca que “este artículo contribuye enormemente a la detección de patrones demográficos a escala global en una especie cuya conservación es fundamental para el correcto funcionamiento de los ecosistemas”.

 

Un estudio desarrollado a escala global, en el que participa la Universidad de León, titulado Patterns and Determinants of Mortality in Grey Wolves (en castellano Patrones y Determinantes de la Mortalidad en el lobo gris), ha sido publicado en la prestigiosa revista Mammal Review y supone el análisis más completo hasta la fecha sobre la mortalidad del lobo evidenciando las altas tasas de mortalidad que sufre la especie y el grado de presión humana sobre sus poblaciones. El estudio ha sido liderado por la investigadora post-doctoral Ana Morales-González, de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) y cuenta también con la colaboración de la Universidad de Oviedo.

 

El investigador postdoctoral 'Juan de la Cierva' Héctor Ruiz-Villar, del área de Zoología de la Universidad de León, es coautor de este trabajo que recopila información de 140 estudios científicos realizados en todo el hemisferio norte y del que destaca que “tres de cada cuatro lobos (74 por ciento) que mueren en Europa y Norte América lo hace por causas humanas”, en el caso del continente europeo el porcentaje asciende hasta el 86. Según Ruiz-Villar, “este artículo evidencia la gran presión que sufre la especie en paisajes humanizados y contribuye enormemente a la detección de patrones demográficos a escala global en una especie fundamental para el correcto funcionamiento de los ecosistemas”.

 

Los resultados muestran que en torno al 60 por ciento de las muertes de lobos son consecuencia directa de la persecución de la especie a través de caza legal e ilegal. En Europa, la mortalidad por causas humanas asciende al 86 por ciento, mientras que en Norteamérica se sitúa en el 66 por ciento. Este porcentaje tan elevado hace que las muertes naturales, asociadas a agresiones entre individuos, enfermedades o hambruna, queden reducidas a un porcentaje muy bajo, especialmente en el continente europeo.

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REFERENCIA PARA ORIENTAR POLÍTICAS DE GESTIÓN

Los investigadores subrayan que los resultados no solo aportan una base científica sólida, sino que también tienen un gran valor práctico ya que proporcionan una referencia global para basar las políticas de gestión del lobo en la evidencia científica, especialmente en un contexto de expansión de sus poblaciones en Europa. En concreto, señalan que esta revisión “proporciona un marco de referencia y un conjunto de datos global estandarizado sobre el que han de basarse las futuras investigaciones, así como las políticas de conservación de este gran carnívoro”. Los autores defienden que “en el actual contexto de ‘relajación’ de las medidas de protección del lobo, es importante destacar el elevado riesgo de mortalidad que enfrentan los lobos que conviven con los humanos, algo que es necesario tener en cuenta al determinar si el estado de las poblaciones de esta especie es o no favorable.”

 

LOS LOBOS JÓVENES, MÁS VULNERABLES

El artículo señala que los lobos en dispersión, es decir, aquellos que abandonan el grupo natal para formar uno nuevo, sufren una mortalidad significativamente mayor que los individuos residentes. Este hallazgo refleja la vulnerabilidad de los ejemplares jóvenes y en movimiento frente a los riesgos derivados de atravesar territorios desconocidos y altamente humanizados.

 

El estudio también destaca que la mortalidad natural y la causada por el ser humano son procesos aditivos, lo que compromete la conservación de la especie en paisajes dominados por la actividad humana. Además, los investigadores advierten de que la falta de datos en regiones remotas, como el Ártico o Siberia, limita la comprensión de las dinámicas naturales de la mortalidad del lobo.

 

Otro aspecto que analiza este artículo es la influencia de factores individuales, sociales y ambientales en la mortalidad de la especie, por ejemplo, el tamaño del grupo, la pérdida de ejemplares reproductores y consecuente disolución del grupo o la consanguinidad juegan un papel clave en la supervivencia de los lobos. Estas variables, según los autores, deben considerarse en los modelos de proyección poblacional para mejorar las estrategias de conservación.

 

El trabajo ha sido financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, la Agencia Estatal de Investigación, fondos europeos FEDER y FSE+, así como por la Junta de Andalucía.

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