Un ‘morro’ con mucho sabor: Fresno celebra su gran fiesta del pimiento

El pimiento morrón de Fresno de la Vega no es, ni de lejos, una simple hortaliza. Es el corazón palpitante de la huerta leonesa, el orgullo rojo de un pueblo que lo cuida como a un hijo. Su carne gruesa y jugosa, ese dulzor suave que se queda en la memoria y, sobre todo, su inconfundible “morro” —tan suyo, tan único— lo han convertido, año tras año, en la estrella indiscutible de la Feria del Pimiento Morrón. Y no es para menos: este 2024 la cita sopló velas por su 40ª edición, ya reconocida como Fiesta de Interés Turístico Provincial.

Desde 2007, cuando logró la IGP, el pimiento morrón se ha convertido en el emblema de los hortelanos locales. Y cada septiembre ocurre algo casi mágico: las calles de Fresno se llenan de color, de olor a tierra fresca y de gente. Los productores colocan sus puestos con esmero, ofreciendo pimientos recién salidos del campo. A veces uno piensa que no se puede estar más cerca del origen de las cosas, y luego llega septiembre en Fresno y te demuestra lo contrario.

Este domingo, 28 de septiembre, fue el gran día. A las 13:00 horas, vecinos y visitantes se juntaron para la Gran Pimentada Popular, ese momento en que la plaza se convierte en un enorme fogón al aire libre. La Asociación Fraxino, con ayuda del Ayuntamiento, preparó los pimientos asados que volaron de las bandejas como pan caliente. Después, el ritmo cambió: llegó el tradicional Baile Vermouth en la Plaza Mayor, los niños se agolparon para ver espectáculos de títeres, las gaitas llenaron el aire con su música. Y, como toda buena fiesta, la jornada se despidió cuando ya caía la noche, a las 22:00 horas, con un sabor dulce y ahumado todavía en la boca.

Porque, seamos sinceros, esto no es solo una feria gastronómica. La Feria del Pimiento Morrón es el espejo de lo que es Fresno de la Vega: un pueblo que ha hecho de su producto estrella un motivo de encuentro, de orgullo y de alegría compartida. Una fiesta para los sentidos, sí, pero también para el alma.