PSOE VALENCIA DE DON JUAN
Manifiesto Primero de Mayo
Un año más nos reunimos para celebrar el Día
Internacional del Trabajo. Y pese al discurso oficial del Gobierno de Marinao
Rajoy no tenemos motivos ni para estar esperanzados ni para bajar la guardia y
resignarnos.
Ha sido un año muy duro, y si bien nos cuentan que la
deuda, la bolsa -eso que llaman los mercados- han mejorado considerablemente,
los ciudadanos y las familias siguen padeciendo los efectos de una crisis que
se prolonga en el tiempo cebándose especialmente con la clase trabajadora y los
más humildes.
El mercado más importante para las personas y para las
familias, el laboral, lleva demasiado tiempo inmerso en una profunda depresión,
y, si algo ha mejorado, es a base de un empleo cada vez más precario y
estacional.
La realidad es la siguiente: millones de desempleados,
cientos de miles de familias que cuentan con todos sus miembros en paro,
insultante desempleo juvenil, desempleo de larga duración que afecta sobre todo
a mujeres y hombres que por su mayor edad tienen escasas posibilidades de
reincorporarse al mercado laboral.
En Valencia de Don Juan no ha
descendido respecto al año pasado significativamente el número de 500 parados
ni en la comarca los más de 1.500, quedando en el olvido aquellos grandes
proyectos empresariales que se anunciaron a bombo y platillo (agroalimanterios
y bioenergéticos), lo que lamentablemente hacen que el lento pero
ininterrumpido proceso de desmantelamiento de parte de la industria no hagan
creíbles las promesas de recuperación económica que oímos en boca de nuestros
dirigentes.
El Estado de Bienestar sigue sufriendo el más
sistemático y generalizado ataque contra los derechos que le hicieron ser
modelo tiempo atrás: los laborales y sociales. Y ese ataque se hace ante la
pasividad, cuando no complicidad, de los gobiernos de los Estados y de la Unión
Europea. La fórmula políticas de austeridad y ajuste presupuestario dan como
resultado más paro y más pobreza.
Y ante esta situación no podemos dejar de denunciar,
porque no es de recibo, que no está el panorama para construir piscinas con
olas, ni para privatizar servicios como el de la guardería infantil cuando el
edificio se construye con fondos públicos ni tampoco para exprimir la ley al
máximo facilitando que un representante público esté en una institución no solo
por vocación y voluntad de servicio al vecino sino para maximizar las
posibilidades de lucro personal.
Esta dramática situación social nos exige seguir
luchando, comprometiéndonos con los valores de justicia social que siempre
hemos defendido apelando a todas las instituciones, así como a los agentes
sociales y políticos a que dediquen todos los recursos públicos y privados a la
gran tarea pendiente: la del empleo.
Un año más nos reunimos para celebrar el Día Internacional del Trabajo. Y pese al discurso oficial del Gobierno de Marinao Rajoy no tenemos motivos ni para estar esperanzados ni para bajar la guardia y resignarnos.
Ha sido un año muy duro, y si bien nos cuentan que la deuda, la bolsa -eso que llaman los mercados- han mejorado considerablemente, los ciudadanos y las familias siguen padeciendo los efectos de una crisis que se prolonga en el tiempo cebándose especialmente con la clase trabajadora y los más humildes.
El mercado más importante para las personas y para las familias, el laboral, lleva demasiado tiempo inmerso en una profunda depresión, y, si algo ha mejorado, es a base de un empleo cada vez más precario y estacional.
La realidad es la siguiente: millones de desempleados, cientos de miles de familias que cuentan con todos sus miembros en paro, insultante desempleo juvenil, desempleo de larga duración que afecta sobre todo a mujeres y hombres que por su mayor edad tienen escasas posibilidades de reincorporarse al mercado laboral.
En Valencia de Don Juan no ha descendido respecto al año pasado significativamente el número de 500 parados ni en la comarca los más de 1.500, quedando en el olvido aquellos grandes proyectos empresariales que se anunciaron a bombo y platillo (agroalimanterios y bioenergéticos), lo que lamentablemente hacen que el lento pero ininterrumpido proceso de desmantelamiento de parte de la industria no hagan creíbles las promesas de recuperación económica que oímos en boca de nuestros dirigentes.
El Estado de Bienestar sigue sufriendo el más sistemático y generalizado ataque contra los derechos que le hicieron ser modelo tiempo atrás: los laborales y sociales. Y ese ataque se hace ante la pasividad, cuando no complicidad, de los gobiernos de los Estados y de la Unión Europea. La fórmula políticas de austeridad y ajuste presupuestario dan como resultado más paro y más pobreza.
Y ante esta situación no podemos dejar de denunciar, porque no es de recibo, que no está el panorama para construir piscinas con olas, ni para privatizar servicios como el de la guardería infantil cuando el edificio se construye con fondos públicos ni tampoco para exprimir la ley al máximo facilitando que un representante público esté en una institución no solo por vocación y voluntad de servicio al vecino sino para maximizar las posibilidades de lucro personal.
Esta dramática situación social nos exige seguir luchando, comprometiéndonos con los valores de justicia social que siempre hemos defendido apelando a todas las instituciones, así como a los agentes sociales y políticos a que dediquen todos los recursos públicos y privados a la gran tarea pendiente: la del empleo.






























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