¿Por qué la juventud española se involucra en los juegos de azar a pesar de las prohibiciones?
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En España, los juegos de azar han atraído a uno de cada cinco adolescentes. A primera vista, las leyes prohíben este tipo de actividades para menores, sin embargo, los datos muestran un rápido aumento en la participación. ¿Por qué cada vez más adolescentes hacen apuestas y qué consecuencias tiene esto para las familias, los médicos y la sociedad? Hoy miramos más allá de las estadísticas y analizamos cómo está evolucionando esta crisis casi invisible para muchos.
La magnitud del problema
Como bien saben muchas personas, la popularidad de los juegos de azar en Internet crece año tras año. Numerosos casinos en línea ofrecen miles de juegos diferentes, bonos de bienvenida sin depósito y métodos cómodos para retirar las ganancias. Todo esto está disponible directamente desde el ordenador o el teléfono móvil. Por eso no es de extrañar que el iGaming atraiga incluso a quienes antes eran indiferentes a los juegos de azar. Lamentablemente, entre las personas atraídas no solo hay adultos, sino también adolescentes.
Según datos oficiales del estudio ESTUDES 2023, elaborado por el Observatorio Español sobre Drogas y Adicciones (OEDA), en 2023 alrededor del 21,5% de los adolescentes de entre 14 y 18 años participaron al menos una vez en juegos de azar, tanto online como offline. Este dato es 1,4% más alto que en 2021, lo que indica un crecimiento sistemático del fenómeno. La mayoría comienza a familiarizarse con las apuestas a una edad promedio de 14,7 años, tanto en internet como en establecimientos físicos.
Lo que prohíbe la ley y por qué no funciona
Sobre el papel, la legislación española regula claramente el acceso de los menores a los juegos de azar. La Ley 13/2011 establece la prohibición total de la organización, participación y celebración de este tipo de juegos para todos los menores de 18 años y para las personas incapacitadas legalmente. Sin embargo, en la práctica, los adolescentes encuentran varios métodos para evitar los controles: utilizan documentos de amigos mayores, acceden a páginas de apuestas o entran en salas de loterías. Según expertos, el control en los puntos de acceso es claramente insuficiente y las tecnologías digitales modernas solo amplían estas “brechas” de acceso.
Las formas más populares de juego entre los adolescentes
El estudio más reciente muestra una clara tendencia: los adolescentes se sienten especialmente atraídos por las máquinas tragaperras. En dos años, su popularidad creció del 17,7% al 27,5% entre los encuestados. Le siguen las loterías, preferidas por el 40,6% de quienes apuestan, y después el bingo y las llamadas loterías “instantáneas” (33,6%). También se presta atención significativa a las apuestas deportivas, diferentes tipos de cartas y los juegos de azar con dinero. Los entretenimientos más accesibles resultan ser aquellos en los que la comprobación de la edad es más formal o prácticamente inexistente.
Motivación y percepción del riesgo entre los adolescentes
La digitalización del ocio hace que el juego por dinero se convierta poco a poco en parte de la rutina de los adolescentes. Según el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE), muchos jóvenes ven estas actividades simplemente como un pasatiempo, sin asociarlas a un peligro serio. Los grupos de amigos juegan un papel especial, ya que las apuestas entre compañeros suelen acompañar eventos deportivos virtuales o se integran en convocatorias sociales. Los chicos caen con mayor frecuencia en el juego (29,4%), mientras que la implicación entre chicas es considerablemente menor (13,3%). La influencia de la publicidad, las redes sociales, los influencers y el heroísmo asociado a éxitos puntuales crea en los jóvenes una falsa sensación de inocuidad respecto a estas aficiones.
Nuevas formas de adicción: el fenómeno de las criptomonedas y el trading
Entre las tendencias más recientes, los expertos destacan el fuerte crecimiento del interés en las operaciones con criptomonedas. Según el informe de la OEDA, ya el 26,8% de los adolescentes ha tenido contacto con el trading, es decir, intentos de ganar dinero aprovechando las variaciones en el valor de monedas digitales. Aunque estas actividades no siempre son reconocidas públicamente como juegos de azar clásicos, en esencia implican los mismos riesgos: pérdida de control financiero, búsqueda de ganancias rápidas y desarrollo de adicción a la adrenalina.
Consecuencias y riesgos
Los juegos de azar ocultan serias amenazas para el bienestar físico y mental de los adolescentes. Las estadísticas del OEDA muestran que en 2024 el 82% de todas las solicitudes de ayuda por adicciones no relacionadas con sustancias psicoactivas están vinculadas a la ludopatía. Entre las consecuencias típicas se destacan:
-
Desarrollo de estados de ansiedad y depresión
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Disminución del rendimiento académico y de la adaptación social
-
Conflictos familiares y pérdida de confianza
Los expertos de INCIBE subrayan que las consecuencias de la adicción al juego pueden ser tan destructivas como el alcoholismo o la drogadicción.
Planes y métodos de las autoridades
El gobierno español está aumentando su enfoque sobre este problema. Representantes del Estado, como el secretario de Salud Javier Padilla y el delegado nacional de drogas Joan Villalbí, han enfatizado públicamente la necesidad de nuevos enfoques para proteger a la juventud. Se amplían las campañas educativas y se refuerzan los controles, aunque de momento no se ha logrado un cambio evidente. Siguiendo ejemplos internacionales, muchos países (como Canadá y Australia) ya aplican sistemas integrados de diagnóstico precoz de la adicción al juego, aunque su adaptación a la realidad española requiere recursos adicionales.
Qué falta para resolver la situación
La creciente expansión de los juegos de azar entre los jóvenes obliga a buscar nuevos enfoques para la prevención y la protección infantil. Entre los principales desafíos se encuentran el débil control sobre los servicios digitales, la escasa implicación de escuelas y familias, y la falta de un diálogo público en torno a este tema. ¿Pueden la sociedad, las instituciones educativas y el Estado reaccionar rápidamente si el ocio habitual de los adolescentes se orienta cada vez más hacia las apuestas y el riesgo? Es evidente que la situación requiere soluciones integrales en la intersección de la tecnología, la educación, el derecho y la medicina
En España, los juegos de azar han atraído a uno de cada cinco adolescentes. A primera vista, las leyes prohíben este tipo de actividades para menores, sin embargo, los datos muestran un rápido aumento en la participación. ¿Por qué cada vez más adolescentes hacen apuestas y qué consecuencias tiene esto para las familias, los médicos y la sociedad? Hoy miramos más allá de las estadísticas y analizamos cómo está evolucionando esta crisis casi invisible para muchos.
La magnitud del problema
Como bien saben muchas personas, la popularidad de los juegos de azar en Internet crece año tras año. Numerosos casinos en línea ofrecen miles de juegos diferentes, bonos de bienvenida sin depósito y métodos cómodos para retirar las ganancias. Todo esto está disponible directamente desde el ordenador o el teléfono móvil. Por eso no es de extrañar que el iGaming atraiga incluso a quienes antes eran indiferentes a los juegos de azar. Lamentablemente, entre las personas atraídas no solo hay adultos, sino también adolescentes.
Según datos oficiales del estudio ESTUDES 2023, elaborado por el Observatorio Español sobre Drogas y Adicciones (OEDA), en 2023 alrededor del 21,5% de los adolescentes de entre 14 y 18 años participaron al menos una vez en juegos de azar, tanto online como offline. Este dato es 1,4% más alto que en 2021, lo que indica un crecimiento sistemático del fenómeno. La mayoría comienza a familiarizarse con las apuestas a una edad promedio de 14,7 años, tanto en internet como en establecimientos físicos.
Lo que prohíbe la ley y por qué no funciona
Sobre el papel, la legislación española regula claramente el acceso de los menores a los juegos de azar. La Ley 13/2011 establece la prohibición total de la organización, participación y celebración de este tipo de juegos para todos los menores de 18 años y para las personas incapacitadas legalmente. Sin embargo, en la práctica, los adolescentes encuentran varios métodos para evitar los controles: utilizan documentos de amigos mayores, acceden a páginas de apuestas o entran en salas de loterías. Según expertos, el control en los puntos de acceso es claramente insuficiente y las tecnologías digitales modernas solo amplían estas “brechas” de acceso.
Las formas más populares de juego entre los adolescentes
El estudio más reciente muestra una clara tendencia: los adolescentes se sienten especialmente atraídos por las máquinas tragaperras. En dos años, su popularidad creció del 17,7% al 27,5% entre los encuestados. Le siguen las loterías, preferidas por el 40,6% de quienes apuestan, y después el bingo y las llamadas loterías “instantáneas” (33,6%). También se presta atención significativa a las apuestas deportivas, diferentes tipos de cartas y los juegos de azar con dinero. Los entretenimientos más accesibles resultan ser aquellos en los que la comprobación de la edad es más formal o prácticamente inexistente.
Motivación y percepción del riesgo entre los adolescentes
La digitalización del ocio hace que el juego por dinero se convierta poco a poco en parte de la rutina de los adolescentes. Según el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE), muchos jóvenes ven estas actividades simplemente como un pasatiempo, sin asociarlas a un peligro serio. Los grupos de amigos juegan un papel especial, ya que las apuestas entre compañeros suelen acompañar eventos deportivos virtuales o se integran en convocatorias sociales. Los chicos caen con mayor frecuencia en el juego (29,4%), mientras que la implicación entre chicas es considerablemente menor (13,3%). La influencia de la publicidad, las redes sociales, los influencers y el heroísmo asociado a éxitos puntuales crea en los jóvenes una falsa sensación de inocuidad respecto a estas aficiones.
Nuevas formas de adicción: el fenómeno de las criptomonedas y el trading
Entre las tendencias más recientes, los expertos destacan el fuerte crecimiento del interés en las operaciones con criptomonedas. Según el informe de la OEDA, ya el 26,8% de los adolescentes ha tenido contacto con el trading, es decir, intentos de ganar dinero aprovechando las variaciones en el valor de monedas digitales. Aunque estas actividades no siempre son reconocidas públicamente como juegos de azar clásicos, en esencia implican los mismos riesgos: pérdida de control financiero, búsqueda de ganancias rápidas y desarrollo de adicción a la adrenalina.
Consecuencias y riesgos
Los juegos de azar ocultan serias amenazas para el bienestar físico y mental de los adolescentes. Las estadísticas del OEDA muestran que en 2024 el 82% de todas las solicitudes de ayuda por adicciones no relacionadas con sustancias psicoactivas están vinculadas a la ludopatía. Entre las consecuencias típicas se destacan:
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Desarrollo de estados de ansiedad y depresión
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Disminución del rendimiento académico y de la adaptación social
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Conflictos familiares y pérdida de confianza
Los expertos de INCIBE subrayan que las consecuencias de la adicción al juego pueden ser tan destructivas como el alcoholismo o la drogadicción.
Planes y métodos de las autoridades
El gobierno español está aumentando su enfoque sobre este problema. Representantes del Estado, como el secretario de Salud Javier Padilla y el delegado nacional de drogas Joan Villalbí, han enfatizado públicamente la necesidad de nuevos enfoques para proteger a la juventud. Se amplían las campañas educativas y se refuerzan los controles, aunque de momento no se ha logrado un cambio evidente. Siguiendo ejemplos internacionales, muchos países (como Canadá y Australia) ya aplican sistemas integrados de diagnóstico precoz de la adicción al juego, aunque su adaptación a la realidad española requiere recursos adicionales.
Qué falta para resolver la situación
La creciente expansión de los juegos de azar entre los jóvenes obliga a buscar nuevos enfoques para la prevención y la protección infantil. Entre los principales desafíos se encuentran el débil control sobre los servicios digitales, la escasa implicación de escuelas y familias, y la falta de un diálogo público en torno a este tema. ¿Pueden la sociedad, las instituciones educativas y el Estado reaccionar rápidamente si el ocio habitual de los adolescentes se orienta cada vez más hacia las apuestas y el riesgo? Es evidente que la situación requiere soluciones integrales en la intersección de la tecnología, la educación, el derecho y la medicina
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