Lucía Casado
Miércoles, 21 de Mayo de 2025
Consumo

¿Aliado saludable o lobo con piel de pavo? El análisis que destapa lo que esconde la Pechuga de Pavo Hacendado

Un análisis detallado revela lo que realmente esconde la popular pechuga de pavo Hacendado que muchos consideran saludable.

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Está en miles de neveras. Se consume a diario como opción ligera, sana y conveniente. Pero, ¿realmente sabemos qué contiene la Pechuga de Pavo Finas Lonchas de Hacendado? Con la ayuda de la conocida aplicación Yuka, especializada en la evaluación de productos alimentarios, se ha puesto bajo la lupa este habitual en las listas de la compra… y los resultados son más complejos de lo que su apariencia sugiere.



A simple vista, la información nutricional es prometedora: 16,5 g de proteínas, 76 kcal por porción, solo 0,3 g de grasas saturadas y 1,3 g de azúcar. Sin embargo, un detalle salta a la vista: su alto contenido en sal, con 1,38 g, lo que representa una cantidad significativa para un solo alimento, especialmente en dietas que buscan reducir el sodio.



El verdadero punto crítico del análisis está en los aditivos. Este producto contiene siete en total: tres clasificados como de riesgo, uno como de riesgo limitado y tres sin riesgo conocido.



El más señalado es el nitrito de sodio (E250). Aunque cumple una función conservante esencial, está vinculado a la formación de nitrosaminas, compuestos potencialmente cancerígenos al combinarse con proteínas animales. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ya recomendó en 2022 limitar su uso en productos cárnicos.



También preocupa la presencia del carragenano (E407), utilizado como agente de textura. Estudios recientes lo asocian con alteraciones del microbiota intestinal, inflamación crónica y un posible aumento del riesgo de ciertos tipos de cáncer, como el de mama.



El tercer aditivo de riesgo es el trifosfato pentasódico (E451i), que incorpora fósforo. En exceso, su consumo puede afectar la salud ósea, los riñones y aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares.



El aroma artificial, clasificado como de riesgo limitado, no representa un peligro grave, pero sí indica que el sabor del producto no es completamente natural, sino resultado de un proceso industrial que reproduce o crea sabores artificiales.



Por el contrario, hay aditivos sin efectos negativos conocidos: los acetatos potásicos (E261), el ascorbato de sodio (E301) y el cloruro de potasio (E508). Se emplean como conservantes, antioxidantes o antiaglomerantes, sin evidencia actual de riesgo para la salud.



Este análisis pone sobre la mesa una cuestión cada vez más relevante: la importancia de mirar más allá del número de calorías o los gramos de grasa. La presencia de ciertos aditivos, su función y sus posibles efectos a largo plazo merecen una atención especial, sobre todo en productos de consumo habitual.



Consumir embutidos ligeros como esta pechuga de pavo no tiene por qué ser perjudicial, pero la clave está en la moderación y en la información.

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