Barrul, orgullo de pueblo gitano, ejemplo en Coyanza

El Ayuntamiento de Valencia de Don Juan celebró el Día Internacional del Pueblo Gitano, con la presencia destacada de la Fundación Secretariado Gitano, mostrando su apoyo constante a la comunidad gitana. El acto comenzó en el salón de plenos con la lectura del manifiesto y el himno gitano, Gelem, Gelem. A continuación, el alcalde, Ricardo Barrientos, y la concejala se Servicios Sociales Donata Álvarez dirigieron unas palabras a las personas asistentes, destacando el compromiso del municipio con los gitanos y las gitanas.

La actividad continuó con la mesa de experiencias educativas con perspectiva gitana, en la que participaron estudiantes del IES Fernando I de Valencia de Don Juan, de varios institutos de León y de la Universidad de León. Todos ellos compartieron sus vivencias personales y aspiraciones académicas, reivindicando la importancia de creer en uno mismo y de seguir estudiando.

David Jimeno, alumno de ESO en Valencia de Don Juan, expresó su deseo de convertirse en profesor de religión evangélica, pronunciando unas palabras que emocionaron al público y fueron recibidas con un gran aplauso. Lola y Ana Jiménez, también estudiantes locales, manifestaron su intención de cursar un grado medio y subrayaron que, como dijo Ana, “la casa de un gitano siempre está abierta para todos”.

Desde León, Minerva, Natalia y Antonio, estudiantes del grado de Educación Social en la Universidad de León, compartieron sus experiencias universitarias. Natalia destacó el apoyo que ha recibido de su familia desde el inicio, al igual que Minerva, y reconoció que aún hay gitanas que no ven bien que se acceda a la universidad, aunque insistió en que “hay que apostar por la educación”. Antonio animó a las niñas y los niños, así como a sus familias, a seguir estudiando y confiar en sus capacidades. Sansón Fernández, estudiante de Bachillerato en León, ofreció un mensaje de superación: “un fracaso no nos hace fracasados; todos podemos tropezar, pero lo importante es seguir adelante”. Actualmente está en camino de estudiar Derecho en la Universidad de León.

La jornada continuó con la mesa de experiencias deportivas con perspectiva gitana, que reunió a destacadas figuras del boxeo nacional pertenecientes al Club “Fuerte y Constante”. Esta mesa fue un testimonio inspirador del poder del deporte.

El encargado de abrir la mesa fue Vicente Barrul, exboxeador profesional y fundador del club, quien compartió la historia de cómo, a base de constancia y sacrificio, consiguió levantar su propio gimnasio. Relató los comienzos duros, las dificultades económicas y sociales a las que se enfrentó, y cómo nunca dejó de creer en su sueño. Hoy, gracias a esa tenacidad, no solo ha formado a campeones, sino que ha creado una familia deportiva que transmite valores y da oportunidades a jóvenes con talento y ganas.

Vicente confesó que, en su búsqueda de un gran boxeador, encontró el mayor potencial en casa: su propio hijo. Uno de ellos, Antonio Barrul, conocido en el ring como "El Volcán", es campeón de España y un ejemplo de entrega dentro y fuera del cuadrilátero. Junto a él, subieron al estrado Javier Coray y Leire Barrul, también campeones nacionales. Leire, en particular, representa un referente femenino en un deporte tradicionalmente masculino, rompiendo barreras y demostrando que el talento no entiende de géneros. Javier y Leire forman parte de esta generación de deportistas que llevan el nombre del club y del pueblo gitano con orgullo, disciplina y respeto.

Uno de los momentos destacados de la mesa lo protagonizó Antonio Barrul, quien, más allá de sus títulos y éxitos deportivos, quiso poner en valor la figura de su padre. Afirmó sentirse orgulloso “por enseñarme todo lo que sé y por apoyarme cada día, tanto en el deporte como en la vida”. Aprovechó también para destacar la importancia de ser perseverante, de luchar por lo que uno quiere y de no rendirse ante las dificultades. “Me siento muy orgulloso de ser un referente para muchos gitanos, y de demostrar que con esfuerzo y con el apoyo de mi familia, que siempre he tenido, se puede llegar lejos”, afirmó.

Vicente narró la historia de otro de sus hijos, diagnosticado de cáncer con solo 14 años. A pesar de esta dura etapa, no dejó de estudiar ni de luchar por su futuro. Hoy, ese joven trabaja como enfermero en el Hospital de León, siendo ejemplo de resiliencia y de cómo el espíritu de lucha puede aplicarse también fuera del ring.

El mensaje común de todos los participantes fue claro: el deporte no solo es una vía para lograr metas personales, sino también una herramienta para educar, crear comunidad y demostrar que, con esfuerzo, todo es posible.

La jornada concluyó con un fuerte aplauso colectivo, cargado de emoción y admiración hacia todas las personas que compartieron sus historias. Un día para recordar que la educación, el deporte y el orgullo de ser quien uno es, son el mejor camino hacia un futuro en igualdad.