R. Meléndez
Domingo, 10 de Noviembre de 2024

Dos coyantinos pisan la 'zona 0' para repartir ayuda y material

Con el corazón encogido han regresado Carlos y Manuel de Masanasa en Valencia. Esta localidad es una de las destrozadas por la Dana hace ya casi 15 días, las calles aún recogen el horror de una tragedia que ha segado la vida de más de 200 personas y destrozado proyectos de vida, viviendas, negocios, infraestructuras y muchas ilusiones.

 

Barro allá donde miraran por calles prácticamente intransitables. De hecho, Carlos y Manuel tuvieron un pequeño percance, pincharon. Y es que ese es uno de los platos del día a día en la zona tras el desastre. Las calles están destrozadas y los pinchazos es lo más común a diario de los pocos coches que aún funcionan en la zona.

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Llegaron el sábado por la mañana y tras contactar con su contacto -a través de la mediación de Marina la hija de Carlos- lograron sortear las restricciones de entrada. La condición era clara, "descargar y salir".  La furgoneta cargada con ayuda, donaciones y la solidaridad que durante días han recogido para este viaje.Tuvieron la oportunidad de repartir prácticamente todas las donaciones a mano, hasta que pincharon cuando lo entregaron a voluntarios de la zona para que continuaran con el reparto. Carlos y Manuel ayudaron en lo que pudieron, sus manos se unieron a las de miles de voluntarios que estos días viajan hasta la zona para entregar lo mejor del ser humano.

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Las horas que estuvieron en la zona no fueron muchas pero suficientes para sentir el dolor de los vecinos y el sentimiento de abandono. "Hay mucha solidaridad, muchos voluntarios, pero no dejan hacer casi nada" les comenta su contacto.

 

"Es terrible como están, estamos muy cansados, pero muy bien comparado a como están ellos". Comenta Carlos, ya de vuelta en Valencia de Don Juan. Con el corazón encogido por lo visto, por toda la calamidad y desesperanza, pero sorprendidos por la gran solidaridad y los miles de voluntarios que juntos ayudaban. Quieren agradecer "la colaboracion a los voluntarios para organizar la mercancia para el transporte, a las donaciones de los coyantinos y a los profes del colegio de Valderas que también aportaron su granito de arena". 

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Desesperanza y barro se unen en unos pueblos arrasados por la mortifera Dana. Aún queda mucho por hacer.

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