“Una panadería funciona por sí sola”

Se llama Juanma y es el panadero de Laguna de Negrillos desde hace una década. En aquel momento “cogió” una panadería que vivía amasando 150 barras diarias, 10 años después está al frente de un negocio próspero. Es la Panadería Espiga, “es un buen negocio, ahora hacemos unas 900 barras al día en invierno” afirma y reconoce que en verano la producción se duplica.

Está a punto de cumplir 60 años. Prácticamente se ha dedicado al oficio de panadero toda la vida. “Cuando yo comencé no sabía nada del oficio, solo había visto el pan sobre la mesa” recuerda. La primera vez que tocó el oficio fue con 22 años.

“Estuve muchos años como obrero, trabajando para otros, y hace 10 años me decidí a dar el paso” relata. Han sido años de trabajo reconoce, “ahora quiero descansar” reconoce. En los últimos años ha trabajado “lo que ha sido necesario” y ahora mismo “puedo disfrutar”. Por este motivo ha decidido poner a la venta el negocio.

Es un negocio próspero, con clientela y tres furgonetas. Además, Juanma asegura que está dispuesto a enseñar el oficio si alguien quiere empezar desde cero. “Una panadería funciona por sí sola” asegura que Juanma quien no esconde que el negocio “ha ido muy bien”.

Hata ahora él se ha encargado de todo el tema del horno y elaboración. Después tiene cuatro personas que le ayudan en despacho y repartos. En este aspecto admite que hace tiempo que dejó las rutas de los pueblos para vender pan “ahora llevo el pan a tiendas, bares, lugares que lo venden... Pero las rutas de los pueblos las dejé hace un tiempo ya”. “Son muy duras, desgastan mucho, machacan las furgonetas y se invierte muchísimo tiempo” reconoce y explica que para un panadero “no compensa, es muy duro, pero es así” comenta.

Reconoce que ha trabajado “y mucho”. “He trabajado 10, 12o 14 horas diarias, lo que ha sido necesario” afirma. “Es un oficio que requiere dedicación si se quiere hacer dinero” indica. “Ahora nadie quiere ser panadero” asegura.

“Voy a seguir haciendo pan, no voy a dejar sin pan a mis clientes” subraya. “Me da pena que se cierre, por eso espero que alguien coja el testigo” afirma. Precisamente esa ha sido una de sus características, sus clientes siempre han estado satisfechos. “Nunca he dejado sin una barra de pan, si alguien la necesitaba yo la llevaba incluso a 80 kilómetros” cuenta. Y es que Juanma ha extendido su negocio hasta 80 kilómetros llevando pan a a diario a la zona de Villalpando, Villafáfila y la comarca de Benavente de donde él es natural. Este verano también abrió mercado en Valencia de Don Juan, alli “ha sido brutal, siempre he oído hablar de Valencia de Don Juan y lo que se movía en verano pero nunca pensé que fuera de este modo” comenta.

Además de pan y pastas los bollos preñaos son otras de sus especialidades. “Esos ya no los haré” comenta “voy a seguir trabajando pero dejando cosas”.

Anima a seguir un oficio que está en vías de extinción, así se lo aseguran los comerciantes de harina. No hay relevo generacional. Cada mes cierra una panadería, una curiosa controversia, ya que al final los habitantes de los pueblos tendrán que acudir a la ciudad para comprar el pan “ y no es el mismo pan” las barras precocinadas de los supermercados no se pueden comparar con el pan de panadería.

“Es un oficio muy bonito, no importa no saber, lo importante es tener ganas” asegura. “Es un negocio con futuro y si trabajas haces dinero, el pan nunca falla en la mesa” sonríe.