Raquel Meléndez
Jueves, 19 de Marzo de 2020
Crónica de un confinamiento

"Yo no me quiero morir secuestrado"

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"¿No te recuerda a 'The Walking Dead'?", es la pregunta que más de uno me ha hecho en los últimos días. Calles vacías o semivacías, personas con mascarillas y la sensación de que el enemigo está en el aire y no se ve. Parece y suena surrealista, pero así es la vida misma. Creo que nadie podía llegar a imaginar esta situación hace apenas unos días... una semana... lo teníamos en Italia, habíamos visto imágenes de película en China y ahora, casi sin darnos cuenta lo tenemos aquí.Pero nunca pensamos que llegaría. Y lo ha hecho, ¡y de qué forma!

 

Supongo que muchos estaréis como yo, casi en shock. Pero hay que sobrellevarlo y superarlo, esto pasará y nos parecerá un simple recuerdo. Varios días antes de la declaración del estado de alarma, mi cuarentena ya empezó, no por obligación, por un tema de responsabilidad y por cierta posibilidad de contagio.  Aislada del mundo y sin contacto nada más que con las personas con las que convivo. Desde entonces la rutina se ha aparcado en mi vida en un espacio cerrado y viendo la hora de salir a tirar la basura como todo un acontecimiento.

 

Este miércoles recorrí algunos de los pueblos del sur leonés (siempre cumpliendo las normas de seguridad para evitar todo contagio) para comprobar como se "respira" lo de la reiterada "cuarentena social". Nuestro medio rural cuenta con localidades en las que es difícil encontrar a alguien por la calle y en otras solo los gatos o algún perro deambulan por sus calles. Algunos son casi pueblos fantasmas que tan solo revivien en época estival o celebraciones, ahora esa sombra fantasmagórica se me antoja mayor por el riesgo de ese enemigo invisible llamado coronavirus. Aunque si he de ser sincera, en algunos pueblos poca diferencia encontré ayer a la de otro día cualquiera.

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Evidentemente, esa recomendación de huir de los "bullicios" es más fácil en los pueblos, pero ¿qué hay de lo de no salir de casa en los pueblos? Hay de todo. Abuelos paseando por calles, caminos y hasta por una carretera general (no sé dónde estará la Guardia Civil). ¡Pensarán que van armados con la cacha y que no les va a pasar nada!. Algún que otro vecino que no se resiste a tomar el sol a la puerta de su casa en una mañana primaveral de marzo mientras contempla pasar los escasos coches por la carretera y algún paisano despistado deambulando por el pueblo. La hora de la limpieza es otro momento "social" aprovechado por muchas para hablar con alguna paisana que pasa hacer algún recado o charlar con la vecina que está con las mismas labores. Ahora se lleva lo de hablar de acera a acera al ir hacer la compra.

 

- Nosotros paseamos un rato por los caminos - confiesa una vecina -mientras comenta que la Guardia Civil ha parado a un primo suyo que fue hacer la compra. 

- ¡Claro! Es que a estos hombres como les tenemos en casa todo el día -responde la otra.

 

Son hombres y mujeres de campo. Acostumbrados al trabajo en la tierra y con los animales. Su piel está curtida por el aire, el sol y el frío... y ahora se enfrentan a un virus del siglo XXI que ha alterado la economía mundial. Cosa que hace que muchos se lo tomen a chanza.

 

- Yo no quiero morirme secuestrado - bromea un hombre que supera ya los 80 con otro amigo. Sí, con otro abuelete sentados juntos en el mismo banco en una plaza cualquiera del sur leonés, una estampa muy típica... antes. Ahora, de existir vigilancia en estos pueblos sería motivo de "sanción". Ambos, con cacha y boina, rebosan sabiduría de vida e historias... para ellos el coronavirus es una 'batalla' más y se niegan a renunciar a su cita diaria.

 

Aquí no hay controles de seguridad. Sí los hay en localidades más grandes. Valencia de Don Juan, Valderas, Villamañán, Santa María... y algún otro. Pero en los pueblos pequeños... es otra historia.  

 

-¿Quién va a venir aquí? aseguran.

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Pero en incluso localidades más grandes también el confinamiento "es relativo". Alguna mujer desafía la imposición de confinamiento y continúa siendo fiel a su paseo diario (ese que hace haga calor o frío y cuya diferencia se nota por la manta que lleva). La excusa del perro es bien aprovechada en los pueblos como las ciudades, son muchas las memes que tocan este tema. ¿Y la compra? una ocasión perfecta para ver los escaparates cerrados y tomar el aire.

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La vida sigue. La panadera sigue repartiendo el pan, el pastor cuida las ovejas y las labores del campo no esperan. El confinamiento continúa y, de momento, sin fecha de caducidad. En el medio rural, la "cuarentena social" empezó hace ya mucho... cuando comenzó esa sangría llamada despoblación.

 

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