AlCUETAS
El castillo de Alcuetas
Si hace un par de semanas nos íbamos hasta el madrileño Museo del Prado para recuperar parte de un elemento patrimonial perdido en la década de 1920, hoy nos quedamos en nuestra comarca y nos centramos en un edificio que, si bien se mantiene en la actualidad, tiene un estado de conservación realmente preocupante. El de Alcuetas es seguramente el castillo más desconocido de nuestra zona.
No se encuentra coronando un otero
o en lo alto de una terraza fluvial como es habitual. No alza sus torres muchos
metros por encima del caserío que le rodea. Por ello pasa desapercibido, hasta
el punto de que algunos libros y guías de castillos provinciales o regionales
lo ignoran por completo. Tal desprecio es muy injusto pues, como vamos a ver,
esta pequeña fortaleza tiene partes de notable interés.
![[Img #2764]](upload/img/periodico/img_2764.jpg)
Antes de describirlo
hablemos un poco de su historia. No hay estudios definitivos que nos ofrezcan
con certeza la fecha en que fue construido el castillo de Alcuetas. A mediados
del siglo XIX el Diccionario de don
Pascual Madoz nos dice que sus ya por entonces ruinas pertenecieron al que
fuera señor jurisdiccional de la villa, el marqués de Vellacinda (sic). Cinco
décadas después fue don Manuel Gómez-Moreno quien le dedicó unas líneas,
calificándolo como “palacio” por asociación a la inmediata casona de los
Marqueses de Villasinda, cuyos restos han desaparecido recientemente.
Gómez-Moreno cita únicamente que en tiempos de Carlos V fueron señores de
Alcuetas doña María Cabeza de Vaca y su marido don Alonso Enrique de Acuña (Catálogo monumental de la provincia de León,
1906:477).
Posteriormente, quien con
más detenimiento ha investigado sobre ello ha sido don José Luis Alonso Ponga,
como buen hijo de la villa. Basándose en lo escrito a comienzos del siglo XX
por Gómez-Moreno, Alonso Ponga ha escrito que el castillo de Alcuetas fue
construido probablemente en el siglo XVI, pero refuta la asociación a la casa
solariega inmediata, opinando que ésta ya debió construirse en el siglo XVIII
(revista Tierras de León, nº 50, año
1983).
Una investigación
arqueológica en el castillo de Alcuetas nos desvelaría muchas de las incógnitas
que hoy guarda. Para describirlo digamos que es una fuerte obra de mampostería
de piedra y cantos, todo unido con argamasa de cal y arena, modo constructivo
muy similar al castillo de Valencia de Don Juan el cual fue mayoritariamente
levantado en tiempos de su III conde y II duque, don Juan de Acuña (†1475),
padre de don Alonso Enrique de Acuña, señor de Alcuetas por matrimonio con doña
María Cabeza de Vaca como ya hemos dicho. Quede pues siquiera planteada la
hipótesis de que algunos de los últimos constructores del castillo coyantino
participasen también en la obra del castillo de Alcuetas, por su semejante
factura de muros y por la relación familiar entre sus impulsores, si
confirmásemos que la construcción de esta fortaleza se debió al matrimonio
entre doña María Cabeza de Vaca y don Alonso Enrique de Acuña, lo cual nos
llevaría a datarlo a finales del siglo XV o comienzos del XVI. Desde luego, la
existencia de una cantera de piedra arenisca cerca de Alcuetas, en el pago de
la Fuente de San Gregorio, puede ser
también un nexo de unión relativo a la construcción de ambas fortalezas.
Pero sigamos con la
descripción arquitectónica del castillo de Alcuetas. Básicamente es un fuerte
rectángulo de 14 X 10 metros de perímetro, a modo de torreón, un tamaño similar
a la torre del homenaje del castillo coyantino aunque es inferior a aquella en
altura, pues aquí sólo alcanza dos pisos, desconociéndose si tiene sótano.
Construida a base de muros de 1,80 metros de espesor, la torre del castillo de
Alcuetas alcanza actualmente una altura aproximada sobre el suelo de 7 metros e
interiormente dividía sus dos alturas hoy visibles por medio de un forjado de
madera del cual sólo quedan los mechinales en los muros para encaje de las
vigas. La cubierta, de la que no quedan vestigios, pudo formarse a dos aguas
con estructura de madera y teja curva.
La planta baja debía ser muy
oscura por motivos de seguridad, pues los vanos que rasgaban sus muros eran
muy
escasos y de pequeñas dimensiones, muchos de ellos a modo de saeteras
abocinadas para cobijar a tiradores. Sólo dos ventanas hacia el Oeste y la
portada principal, abierta hacia el Este, tienen un tamaño apreciable en esta
altura. Parece que el hueco abierto hacia el Norte en esta planta no se
corresponde con una puerta original, sino que se realizaría con posterioridad;
de hecho, vemos en esta fachada septentrional una serie de huecos que muestran
el adosamiento de otro edificio en esta parte, seguramente en una época muy
posterior a su configuración como castillo.
Por el contrario, el piso
elevado tiene muchos más vanos y son de mayor tamaño. Hay aquí también
saeteras, pero destacan las grandes ventanas rematadas por arcos escarzanos de
ladrillo, concretamente cuatro en cada uno de los lienzos del torreón. Su conservación
hacia el interior es bastante buena, mientras que al exterior están muy dañadas
y pensamos que su causa se deba, además de por el azote de la intemperie, a
motivos de expolio de materiales. Incluso nos aventuramos a plantear que
algunas jambas y arcos de estas ventanas se rematasen completamente en piedra
hacia las fachadas, de hecho, esta posibilidad se aprecia bien en la que mira
hacia el Norte.
![[Img #2767]](upload/img/periodico/img_2767.jpg)
Es muy posible que así
fuese, al igual que estuvo forrada de piedra la puerta principal según relata
Alonso Ponga: “estaba formada por un arco de medio punto de piedra escuadrada,
encima de la cual había un arco de descarga, de ladrillo” (revista Tierras de León, nº 50, año 1983). Ante
ello ratificamos nuestra hipótesis de que en algún momento, ya perdida la
función defensiva del castillo, alguien arrancó dichos arcos y piezas de piedra
de las ventanas y portada para reutilizarlos en otro lugar. Incluso podríamos
llegar a imaginar que alguna de estas partes estuviesen ornamentadas con los
escudos heráldicos de los promotores, pues es extraño que no aparezca ningún
emblema en otras partes del castillo.
![[Img #2768]](upload/img/periodico/img_2768.jpg)
Pero volvamos a la
descripción de los restos que hoy se conservan. En ellos observamos que el
torreón rectangular adosó dos cubos circulares en sus ángulos alternos u
opuestos N-E y S-O. Y digo adosó pues en mi opinión tales cubos son algo
posteriores a la torre central, deducción hecha tras un sencillo estudio visual
del modo en que conectan con la misma. Trataré de explicarme si les digo que no
hay una contundente continuidad constructiva, como hubiese sido lo lógico
para
fortalecer la obra en caso de ser partes coetáneas. Al contrario, los muros no
aparecen cosidos o trabados, desunión que se ve perfectamente desde el interior
de los cubos.
Otra prueba de ello la
observamos en el ángulo S-O, donde existió uno de estos cubos circulares pero
que lamentablemente se arruinó hace ya bastantes décadas. Tal desplome no
afectó prácticamente nada a la torre central, debido a esta falta de trabazón.
Al haberse caído este cubo, también nos permite visualizar muy bien el fino
remate de sus ángulos, que igualmente a los otros dos que quedaron al exterior,
fue realizado con sillares de cantería perfectamente escuadrados, lo cual se
justifica, además de por fines constructivos, por motivos estéticos ya que
según nuestra interpretación tales ángulos quedarían también a la vista
originariamente, antes del adosamiento de los cubos.
Sin duda, el motivo de
incorporar estos elementos circulares se debió, como en tantas otras fortalezas,
al desarrollo de la artillería en el siglo XVI y como medio de defensa más
eficaz ante ella. Por tanto, si nuestra interpretación fuese correcta,
podríamos plantear que el torreón rectangular central podría datar de finales
del siglo XV o comienzos del XVI, mientras que la incorporación de los cubos
angulares sería ya una obra de algún momento avanzado del siglo XVI.
Se conserva en
bastante buen
estado el cubo artillero N-E. Tiene al menos dos pisos, alcanzando la altura
del torreón central al que se adosa, aunque si aquel estuviese completo sería
algo superior al cubo. Su planta es casi un círculo completo, sólo interrumpido
por el ángulo de la torre que abraza, dejando en el interior un espacio de 3
metros exactos de diámetro. El espesor de los muros es aquí de 1,10 metros.
Nuevamente abajo sólo se abren saeteras, algunas con espectaculares cámaras de
tiro realizadas mediante sucesión de varias roscas de ladrillo. En el piso
elevado se abre al exterior una ventana también de arco escarzano, conservando
en uno de sus laterales un sencillo pero bello asiento donde vigilar u observar
la lejanía. Aquí arriba, la comunicación desde el cubo hacia el interior del
castillo se realizaba por una estrecha puerta doble, acodada, rasgada en la
torre central.
Finalmente, el cubo se cubre
con una espectacular bóveda de ladrillo, la cual se corresponde con la imagen
que días pasados pusimos como acertijo para identificar a este elemento
patrimonial en nuestra sección. En la foto también vemos que se conserva parte
del enfoscado interior de yeso o cal, formando algunos huecos cuya función
desconocemos.
Necesariamente el sistema
defensivo del castillo se completaba con un foso, como relata Alonso Ponga y
que parcialmente era visible en 1983 cuando dicho autor describió esta
fortaleza de Alcuetas. Hoy está totalmente colmatado, al igual que la parte
interior de la torre acumula algunos metros de escombros ocasionados por el
derrumbe de forjados y cubiertas. Poner en valor este castillo requeriría una
excavación arqueológica no muy costosa y que sin duda sacaría a la luz
numerosos elementos hoy ocultos, los cuales darían realce a esta construcción
defensiva. Consolidar la ruina y evitar que siga deteriorándose podría
conseguirse una vez se aclare la propiedad del edificio, no en vano estamos
ante un Bien de Interés Cultural protegido por el Decreto de 22 de abril de
1949 (BOE del 05-05-1949), que actualmente obliga a su conservación a la Junta
de Castilla y León, administración que para ello periódicamente concede ayudas
destinadas a la restauración de los castillos. Pongámonos pues manos a la obra,
porque entre todos podríamos conseguir poner en valor esta joya.
![[Img #2770]](upload/img/periodico/img_2770.jpg)
Javier Revilla Casado es historiador
http://www.javirevilla.blogspot.com/
http://www.harineras.blogspot.com/
http://www.historiavalenciadedonjuan.blogspot.com/
No se encuentra coronando un otero
o en lo alto de una terraza fluvial como es habitual. No alza sus torres muchos
metros por encima del caserío que le rodea. Por ello pasa desapercibido, hasta
el punto de que algunos libros y guías de castillos provinciales o regionales
lo ignoran por completo. Tal desprecio es muy injusto pues, como vamos a ver,
esta pequeña fortaleza tiene partes de notable interés.
Antes de describirlo
hablemos un poco de su historia. No hay estudios definitivos que nos ofrezcan
con certeza la fecha en que fue construido el castillo de Alcuetas. A mediados
del siglo XIX el Diccionario de don
Pascual Madoz nos dice que sus ya por entonces ruinas pertenecieron al que
fuera señor jurisdiccional de la villa, el marqués de Vellacinda (sic). Cinco
décadas después fue don Manuel Gómez-Moreno quien le dedicó unas líneas,
calificándolo como “palacio” por asociación a la inmediata casona de los
Marqueses de Villasinda, cuyos restos han desaparecido recientemente.
Gómez-Moreno cita únicamente que en tiempos de Carlos V fueron señores de
Alcuetas doña María Cabeza de Vaca y su marido don Alonso Enrique de Acuña (Catálogo monumental de la provincia de León,
1906:477).
Posteriormente, quien con más detenimiento ha investigado sobre ello ha sido don José Luis Alonso Ponga, como buen hijo de la villa. Basándose en lo escrito a comienzos del siglo XX por Gómez-Moreno, Alonso Ponga ha escrito que el castillo de Alcuetas fue construido probablemente en el siglo XVI, pero refuta la asociación a la casa solariega inmediata, opinando que ésta ya debió construirse en el siglo XVIII (revista Tierras de León, nº 50, año 1983).
Una investigación arqueológica en el castillo de Alcuetas nos desvelaría muchas de las incógnitas que hoy guarda. Para describirlo digamos que es una fuerte obra de mampostería de piedra y cantos, todo unido con argamasa de cal y arena, modo constructivo muy similar al castillo de Valencia de Don Juan el cual fue mayoritariamente levantado en tiempos de su III conde y II duque, don Juan de Acuña (†1475), padre de don Alonso Enrique de Acuña, señor de Alcuetas por matrimonio con doña María Cabeza de Vaca como ya hemos dicho. Quede pues siquiera planteada la hipótesis de que algunos de los últimos constructores del castillo coyantino participasen también en la obra del castillo de Alcuetas, por su semejante factura de muros y por la relación familiar entre sus impulsores, si confirmásemos que la construcción de esta fortaleza se debió al matrimonio entre doña María Cabeza de Vaca y don Alonso Enrique de Acuña, lo cual nos llevaría a datarlo a finales del siglo XV o comienzos del XVI. Desde luego, la existencia de una cantera de piedra arenisca cerca de Alcuetas, en el pago de la Fuente de San Gregorio, puede ser también un nexo de unión relativo a la construcción de ambas fortalezas.
Pero sigamos con la
descripción arquitectónica del castillo de Alcuetas. Básicamente es un fuerte
rectángulo de 14 X 10 metros de perímetro, a modo de torreón, un tamaño similar
a la torre del homenaje del castillo coyantino aunque es inferior a aquella en
altura, pues aquí sólo alcanza dos pisos, desconociéndose si tiene sótano.
Construida a base de muros de 1,80 metros de espesor, la torre del castillo de
Alcuetas alcanza actualmente una altura aproximada sobre el suelo de 7 metros e
interiormente dividía sus dos alturas hoy visibles por medio de un forjado de
madera del cual sólo quedan los mechinales en los muros para encaje de las
vigas. La cubierta, de la que no quedan vestigios, pudo formarse a dos aguas
con estructura de madera y teja curva.
La planta baja debía ser muy
oscura por motivos de seguridad, pues los vanos que rasgaban sus muros eran muy
escasos y de pequeñas dimensiones, muchos de ellos a modo de saeteras
abocinadas para cobijar a tiradores. Sólo dos ventanas hacia el Oeste y la
portada principal, abierta hacia el Este, tienen un tamaño apreciable en esta
altura. Parece que el hueco abierto hacia el Norte en esta planta no se
corresponde con una puerta original, sino que se realizaría con posterioridad;
de hecho, vemos en esta fachada septentrional una serie de huecos que muestran
el adosamiento de otro edificio en esta parte, seguramente en una época muy
posterior a su configuración como castillo.
Por el contrario, el piso
elevado tiene muchos más vanos y son de mayor tamaño. Hay aquí también
saeteras, pero destacan las grandes ventanas rematadas por arcos escarzanos de
ladrillo, concretamente cuatro en cada uno de los lienzos del torreón. Su conservación
hacia el interior es bastante buena, mientras que al exterior están muy dañadas
y pensamos que su causa se deba, además de por el azote de la intemperie, a
motivos de expolio de materiales. Incluso nos aventuramos a plantear que
algunas jambas y arcos de estas ventanas se rematasen completamente en piedra
hacia las fachadas, de hecho, esta posibilidad se aprecia bien en la que mira
hacia el Norte.
Es muy posible que así fuese, al igual que estuvo forrada de piedra la puerta principal según relata Alonso Ponga: “estaba formada por un arco de medio punto de piedra escuadrada, encima de la cual había un arco de descarga, de ladrillo” (revista Tierras de León, nº 50, año 1983). Ante ello ratificamos nuestra hipótesis de que en algún momento, ya perdida la función defensiva del castillo, alguien arrancó dichos arcos y piezas de piedra de las ventanas y portada para reutilizarlos en otro lugar. Incluso podríamos llegar a imaginar que alguna de estas partes estuviesen ornamentadas con los escudos heráldicos de los promotores, pues es extraño que no aparezca ningún emblema en otras partes del castillo.
Pero volvamos a la
descripción de los restos que hoy se conservan. En ellos observamos que el
torreón rectangular adosó dos cubos circulares en sus ángulos alternos u
opuestos N-E y S-O. Y digo adosó pues en mi opinión tales cubos son algo
posteriores a la torre central, deducción hecha tras un sencillo estudio visual
del modo en que conectan con la misma. Trataré de explicarme si les digo que no
hay una contundente continuidad constructiva, como hubiese sido lo lógico para
fortalecer la obra en caso de ser partes coetáneas. Al contrario, los muros no
aparecen cosidos o trabados, desunión que se ve perfectamente desde el interior
de los cubos.
Otra prueba de ello la observamos en el ángulo S-O, donde existió uno de estos cubos circulares pero que lamentablemente se arruinó hace ya bastantes décadas. Tal desplome no afectó prácticamente nada a la torre central, debido a esta falta de trabazón. Al haberse caído este cubo, también nos permite visualizar muy bien el fino remate de sus ángulos, que igualmente a los otros dos que quedaron al exterior, fue realizado con sillares de cantería perfectamente escuadrados, lo cual se justifica, además de por fines constructivos, por motivos estéticos ya que según nuestra interpretación tales ángulos quedarían también a la vista originariamente, antes del adosamiento de los cubos.
Sin duda, el motivo de incorporar estos elementos circulares se debió, como en tantas otras fortalezas, al desarrollo de la artillería en el siglo XVI y como medio de defensa más eficaz ante ella. Por tanto, si nuestra interpretación fuese correcta, podríamos plantear que el torreón rectangular central podría datar de finales del siglo XV o comienzos del XVI, mientras que la incorporación de los cubos angulares sería ya una obra de algún momento avanzado del siglo XVI.
Se conserva en bastante buen
estado el cubo artillero N-E. Tiene al menos dos pisos, alcanzando la altura
del torreón central al que se adosa, aunque si aquel estuviese completo sería
algo superior al cubo. Su planta es casi un círculo completo, sólo interrumpido
por el ángulo de la torre que abraza, dejando en el interior un espacio de 3
metros exactos de diámetro. El espesor de los muros es aquí de 1,10 metros.
Nuevamente abajo sólo se abren saeteras, algunas con espectaculares cámaras de
tiro realizadas mediante sucesión de varias roscas de ladrillo. En el piso
elevado se abre al exterior una ventana también de arco escarzano, conservando
en uno de sus laterales un sencillo pero bello asiento donde vigilar u observar
la lejanía. Aquí arriba, la comunicación desde el cubo hacia el interior del
castillo se realizaba por una estrecha puerta doble, acodada, rasgada en la
torre central.
Finalmente, el cubo se cubre con una espectacular bóveda de ladrillo, la cual se corresponde con la imagen que días pasados pusimos como acertijo para identificar a este elemento patrimonial en nuestra sección. En la foto también vemos que se conserva parte del enfoscado interior de yeso o cal, formando algunos huecos cuya función desconocemos.
Necesariamente el sistema defensivo del castillo se completaba con un foso, como relata Alonso Ponga y que parcialmente era visible en 1983 cuando dicho autor describió esta fortaleza de Alcuetas. Hoy está totalmente colmatado, al igual que la parte interior de la torre acumula algunos metros de escombros ocasionados por el derrumbe de forjados y cubiertas. Poner en valor este castillo requeriría una excavación arqueológica no muy costosa y que sin duda sacaría a la luz numerosos elementos hoy ocultos, los cuales darían realce a esta construcción defensiva. Consolidar la ruina y evitar que siga deteriorándose podría conseguirse una vez se aclare la propiedad del edificio, no en vano estamos ante un Bien de Interés Cultural protegido por el Decreto de 22 de abril de 1949 (BOE del 05-05-1949), que actualmente obliga a su conservación a la Junta de Castilla y León, administración que para ello periódicamente concede ayudas destinadas a la restauración de los castillos. Pongámonos pues manos a la obra, porque entre todos podríamos conseguir poner en valor esta joya.
Javier Revilla Casado es historiador
http://www.javirevilla.blogspot.com/
http://www.harineras.blogspot.com/
http://www.historiavalenciadedonjuan.blogspot.com/
José Luis | Viernes, 05 de Abril de 2013 a las 23:42:38 horas
- El artículo sobre Alcuetas, su castillo y los restos de su casona me ha interesado mucho. FELICIDADES. Llevo mucho tiempo intentando saber a quien perteneció el escudo de la fachada casona, para averiguar armas y colores del mismo.
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