CUADERNO DE VIAJE: OTOÑO EN NUEVA YORK II
El góspel de Harlem y el encanto de Central Park
El truco de "pago lo que quiero" para visitar algunos museos neoyorquinos
Los domingos es día de misa y eso estando en Nueva York significa hacer visita obligada al barrio de Harlem para poder disfrutar en vivo de una auténtica misa de Góspel. Así que nuestro plan después de descansar (como los ángeles) en las gigantescas camas era llegar hasta Harlem y encontrar una iglesia (algo que no fue fácil). Después… paseo por Central Park.
Después de la experiencia y la inexperiencia mi recomendación es contratar diréctamente una excursión para disfrutar con tranquilidad del gospel y así ahorrar tiempo (siempre lo más valioso) una congregación idónea para disfrutar de esta actividad.
A la hora de reservar el hotel lo cogimos sin desayuno así que nuestra primera misión fue desayunar, ya por la noche habíamos localizado un local muy cerca donde creíamos poder hacer el típico desayuno americano, es decir café y bollo. Por unos cinco dólares conseguimos nuestro objetivo, para mi un capuccino y un bollo de queso y fruta que me supo insípida.
El siguiente paso fue el metro y conseguir la Metrocard de gasto ilimitado para siete días por 32 dolares El día anterior no la cogimos y optamos por adquirir solo un billete además de una oferta que nos explicó un “funcionario” del metro que incluía el tren del aeropuerto y el metro. Primero intenté pagar con la tarjeta para “ahorrar” dólares y no quedarme sin ellos muy pronto (no he cambiado muchos por recomendación general). Fue inútil tuvimos que hacerlo en metálico pero por fin tenía la tarjeta. El acceso por las barras que tantos problemas nos dio a nuestra llegada –yo acabé “colándome” por una puerta- fue sencillo y ahí estábamos en el anden esperando un metro para Harlem. Me sentía un poco neoyorkina.
Harlem
Y de los edificios altos y el bullicio del centro de Manhattan pasamos a una zona en apariencia más tranquila, con edificios de tres y cuatro alturas con las típicas escaleras de incendios por las fachadas. No teníamos iglesia concreta a dónde ir porque habíamos leído en guías turísticas y blogs que había muchas. La verdad es que según salimos de la boca visualizamos rápidamente una iglesia y después otra, fuimos a la más cercana que resultó ser el Convent Avenue Baptist Church.
Según nos vieron entrar y nuestra cara de turistas nos indicaron que subiéramos al coro y allí empezamos a observar una celebración religiosa totalmente diferente a los oficios religiosos. Especialmente llamativo me pareció el momento de “dar la paz” la gente se empezaba a abrazar, a besar y sin ningún reparo de “mantener el silencio” todo lo contrario. Una explosión de alegría un tanto contagiosa.
![[Img #18443]](upload/img/periodico/img_18443.jpg)
Y después, los cantos y el oficio en general resultó toda una experiencia. El problema que no se podían hacer fotos, así nos lo indicó muy “amablemente” una señora que estaba detrás de nosotras y que según nos vio las cámaras nos lo indicó. Yo creo que se pasó todo el oficio religioso comprobando lo que hacíamos, de hecho ya después de dos horas de misa hice una foto descaradamente y me volvió a repetir “no photo”. Estuvo bien, porque cantaban extraordinariamente e incluso bailaban una especie de coreografía, también realizaron una especie de presentación de bebes y un homenaje a unos “hermanos”, pero el sermón... nunca antes tuvo tanto sentido esa palabra y máxime cuando lo realizan en inglés que ni entendía “chistes” (la gente se reía así que supongo que serían chistes) ni nada más que palabras sueltas. Al final, nos levantamos después de dos horas y no fuimos. La misa seguía.
Ya en el exterior, habíamos decidido que nuestro “gran amigo” sería el metro para poder movernos fácilmente. Así que cogimos metro rumbo Central Park.
Central Park
Central Park es un parque, muy bonito pero un parque para pasear, correr, disfrutar…. El llamado pulmón de Nueva York está en una de sus épocas más hermosas: el otoño y la verdad es que está precioso. El problema… el frío, una ola de frío siberiano que creíamos que duraría hasta el martes. Así que disfrutamos de Central Park andando, nada de sentarnos en el césped ni mucho menos tumbarnos (una de mis ideas). Lo más típico de Central Park son los coches de caballos –adornados muy rococó, con plumas y flores- pero también hay carritos arrastrados por bicicletas, bicicletas… un poco de todo.
![[Img #18444]](upload/img/periodico/img_18444.jpg)
Central Park tiene 341 hectáreas, unos cuatro kilómetros de largo por unos 800 metros de ancho. Vamos que visitamos Central Park con mapa, queríamos ver los lagos y un puente que salía mucho en las películas. Dimos vueltas, disfrutamos de un espectáculo improvisado de baile, vimos barcas en un lago (el pequeño) y decidimos ir a buscar algo de comer porque ya eran casi las dos de la tarde. Como hacía mucho frío y tras la mala experiencia que tuve al adquirir un hot chocolate en el bar de al lado del lago optamos por salir “fuera” al buscar un lugar donde comer, eso sí un “self service” (autoservicio) para ahorrarnos la propina. Y salimos a la ‘Quinta Avenida’ donde no encontramos ni caro ni barato lugar para comer, así que vuelta al parque donde cogimos un perrito caliente que comimos al sol para poder aprovechar y visitar el ‘American Museum of Natural History’ al otro lado del parque.
Museum of Natural History
Muchos amigos me habían aconsejado adquirir la New York Pass (un bono turístico en el que tienes la entrada de muchas atracciones y demás) El caso es que al final nosotras no lo adquirimos (142 dolares) porque después de hacer cuentas y comprobar que el rascacielos nuevo y la Estatua de la Libertad no entraban en el lote no nos compensaba. Este museo sí entraba pero Mónica aseguraba que aquí aunque la entrada indica que es 22 dolares se puede dar la voluntad y aunque os parezca mentira… así fue. Con la frase “Pay what you wish” (pago lo que quiero) pagamos cinco dólares por entrar las cinco. Increible pero cierto. Esto se puede hacer en muchos museos de la ciudad, algunos sólo ciertos días de la semana. Este en concreto siempre se puede.
![[Img #18445]](upload/img/periodico/img_18445.jpg)
El museo… gigantesco… y es conocido por su colección de esqueletos de dinosaurios entre otras cosas. Si lo visitáis os resultará familiar porque ha sido escenario de muchas películas.
Lo que vimos, que no nos dio tiempo a todo, fue como un etnográfico y de historia natural (muchos animales que no sé si reales o reproducciones) de todo el mundo. Muy interesante y abarrotado de gente.
Además, evitamos el frío del exterior y teníamos wifi.
Cuando cerraron el museo ya era prácticamente de noche, así que optamos por volver a entrar a Central Park y localizar el gran lago que no habíamos visto donde disfrutamos de una maravillosa puesta de sol y decidimos que hacer y como estamos en Nueva York la mejor opción fue ir de tiendas, a un popular centro comercial (Century) que encontramos en la gigantesca y larga Broadway,
Como hacía tanto frío y estábamos tan cansadas,nuestros podómetros nos indicaban que habíamos andado bastante más de los 10.000 pasos que recomiendan al día los expertos decidimos que hoy cenaríamos en casa. Así que muy americanas cogimos unas pizzas y nos fuimos al hotel tras 30.312 pasos, casi 22 kilómetros (y eso que hemos cogido el metro) y mucho frio.
Nueva York es una ciudad gigantesca con mil actividades y cientos de rincones para descubrir. InterViajesNY se presenta como una opción idónea para aprovechar a máximo los días y conocer a fondo la realidad de una sociedad tan plural y variada como la neoyorquina.
Los domingos es día de misa y eso estando en Nueva York significa hacer visita obligada al barrio de Harlem para poder disfrutar en vivo de una auténtica misa de Góspel. Así que nuestro plan después de descansar (como los ángeles) en las gigantescas camas era llegar hasta Harlem y encontrar una iglesia (algo que no fue fácil). Después… paseo por Central Park.
Después de la experiencia y la inexperiencia mi recomendación es contratar diréctamente una excursión para disfrutar con tranquilidad del gospel y así ahorrar tiempo (siempre lo más valioso) una congregación idónea para disfrutar de esta actividad.
A la hora de reservar el hotel lo cogimos sin desayuno así que nuestra primera misión fue desayunar, ya por la noche habíamos localizado un local muy cerca donde creíamos poder hacer el típico desayuno americano, es decir café y bollo. Por unos cinco dólares conseguimos nuestro objetivo, para mi un capuccino y un bollo de queso y fruta que me supo insípida.
El siguiente paso fue el metro y conseguir la Metrocard de gasto ilimitado para siete días por 32 dolares El día anterior no la cogimos y optamos por adquirir solo un billete además de una oferta que nos explicó un “funcionario” del metro que incluía el tren del aeropuerto y el metro. Primero intenté pagar con la tarjeta para “ahorrar” dólares y no quedarme sin ellos muy pronto (no he cambiado muchos por recomendación general). Fue inútil tuvimos que hacerlo en metálico pero por fin tenía la tarjeta. El acceso por las barras que tantos problemas nos dio a nuestra llegada –yo acabé “colándome” por una puerta- fue sencillo y ahí estábamos en el anden esperando un metro para Harlem. Me sentía un poco neoyorkina.
Harlem
Y de los edificios altos y el bullicio del centro de Manhattan pasamos a una zona en apariencia más tranquila, con edificios de tres y cuatro alturas con las típicas escaleras de incendios por las fachadas. No teníamos iglesia concreta a dónde ir porque habíamos leído en guías turísticas y blogs que había muchas. La verdad es que según salimos de la boca visualizamos rápidamente una iglesia y después otra, fuimos a la más cercana que resultó ser el Convent Avenue Baptist Church.
Según nos vieron entrar y nuestra cara de turistas nos indicaron que subiéramos al coro y allí empezamos a observar una celebración religiosa totalmente diferente a los oficios religiosos. Especialmente llamativo me pareció el momento de “dar la paz” la gente se empezaba a abrazar, a besar y sin ningún reparo de “mantener el silencio” todo lo contrario. Una explosión de alegría un tanto contagiosa.
![[Img #18443]](upload/img/periodico/img_18443.jpg)
Y después, los cantos y el oficio en general resultó toda una experiencia. El problema que no se podían hacer fotos, así nos lo indicó muy “amablemente” una señora que estaba detrás de nosotras y que según nos vio las cámaras nos lo indicó. Yo creo que se pasó todo el oficio religioso comprobando lo que hacíamos, de hecho ya después de dos horas de misa hice una foto descaradamente y me volvió a repetir “no photo”. Estuvo bien, porque cantaban extraordinariamente e incluso bailaban una especie de coreografía, también realizaron una especie de presentación de bebes y un homenaje a unos “hermanos”, pero el sermón... nunca antes tuvo tanto sentido esa palabra y máxime cuando lo realizan en inglés que ni entendía “chistes” (la gente se reía así que supongo que serían chistes) ni nada más que palabras sueltas. Al final, nos levantamos después de dos horas y no fuimos. La misa seguía.
Ya en el exterior, habíamos decidido que nuestro “gran amigo” sería el metro para poder movernos fácilmente. Así que cogimos metro rumbo Central Park.
Central Park
Central Park es un parque, muy bonito pero un parque para pasear, correr, disfrutar…. El llamado pulmón de Nueva York está en una de sus épocas más hermosas: el otoño y la verdad es que está precioso. El problema… el frío, una ola de frío siberiano que creíamos que duraría hasta el martes. Así que disfrutamos de Central Park andando, nada de sentarnos en el césped ni mucho menos tumbarnos (una de mis ideas). Lo más típico de Central Park son los coches de caballos –adornados muy rococó, con plumas y flores- pero también hay carritos arrastrados por bicicletas, bicicletas… un poco de todo.
![[Img #18444]](upload/img/periodico/img_18444.jpg)
Central Park tiene 341 hectáreas, unos cuatro kilómetros de largo por unos 800 metros de ancho. Vamos que visitamos Central Park con mapa, queríamos ver los lagos y un puente que salía mucho en las películas. Dimos vueltas, disfrutamos de un espectáculo improvisado de baile, vimos barcas en un lago (el pequeño) y decidimos ir a buscar algo de comer porque ya eran casi las dos de la tarde. Como hacía mucho frío y tras la mala experiencia que tuve al adquirir un hot chocolate en el bar de al lado del lago optamos por salir “fuera” al buscar un lugar donde comer, eso sí un “self service” (autoservicio) para ahorrarnos la propina. Y salimos a la ‘Quinta Avenida’ donde no encontramos ni caro ni barato lugar para comer, así que vuelta al parque donde cogimos un perrito caliente que comimos al sol para poder aprovechar y visitar el ‘American Museum of Natural History’ al otro lado del parque.
Museum of Natural History
Muchos amigos me habían aconsejado adquirir la New York Pass (un bono turístico en el que tienes la entrada de muchas atracciones y demás) El caso es que al final nosotras no lo adquirimos (142 dolares) porque después de hacer cuentas y comprobar que el rascacielos nuevo y la Estatua de la Libertad no entraban en el lote no nos compensaba. Este museo sí entraba pero Mónica aseguraba que aquí aunque la entrada indica que es 22 dolares se puede dar la voluntad y aunque os parezca mentira… así fue. Con la frase “Pay what you wish” (pago lo que quiero) pagamos cinco dólares por entrar las cinco. Increible pero cierto. Esto se puede hacer en muchos museos de la ciudad, algunos sólo ciertos días de la semana. Este en concreto siempre se puede.
![[Img #18445]](upload/img/periodico/img_18445.jpg)
El museo… gigantesco… y es conocido por su colección de esqueletos de dinosaurios entre otras cosas. Si lo visitáis os resultará familiar porque ha sido escenario de muchas películas.
Lo que vimos, que no nos dio tiempo a todo, fue como un etnográfico y de historia natural (muchos animales que no sé si reales o reproducciones) de todo el mundo. Muy interesante y abarrotado de gente.
Además, evitamos el frío del exterior y teníamos wifi.
Cuando cerraron el museo ya era prácticamente de noche, así que optamos por volver a entrar a Central Park y localizar el gran lago que no habíamos visto donde disfrutamos de una maravillosa puesta de sol y decidimos que hacer y como estamos en Nueva York la mejor opción fue ir de tiendas, a un popular centro comercial (Century) que encontramos en la gigantesca y larga Broadway,
Como hacía tanto frío y estábamos tan cansadas,nuestros podómetros nos indicaban que habíamos andado bastante más de los 10.000 pasos que recomiendan al día los expertos decidimos que hoy cenaríamos en casa. Así que muy americanas cogimos unas pizzas y nos fuimos al hotel tras 30.312 pasos, casi 22 kilómetros (y eso que hemos cogido el metro) y mucho frio.
Nueva York es una ciudad gigantesca con mil actividades y cientos de rincones para descubrir. InterViajesNY se presenta como una opción idónea para aprovechar a máximo los días y conocer a fondo la realidad de una sociedad tan plural y variada como la neoyorquina.


































Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.88