Jose Tejedor
Martes, 26 de Mayo de 2020
Retazos de historia - Villamañán

La ermita de San Pedro y su Patronato (quinta parte)

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Don Manuel Diez Rodríguez Manso falleció en 1831 y le sucedió don Antonio Diez Rodríguez de Miranda, que ocupó la Capellanía hasta su fallecimiento por una pulmonía el 10 de marzo de 1867, siendo enterrado el Cementerio de León. Don Antonio fue nombrado Capellán el 21 de enero de 1832, pero su elección no fue por unanimidad, ya que el Párroco de Villamañán propuso a don Antonio, pero el Párroco de Villacé propuso a don Marcelino Prieto Castillo. El Regidor Decano de Villamañán dio su voto a don Antonio.

 

En la Villa de Villamañán, a los mismos treinta y uno de enero de mil ochocientos treinta y dos, el señor Licenciado don Manuel Martínez Fernández, Alcalde Mayor de ella y pueblos de su Jurisdicción, a virtud de la notificación que antecede del auto de este propio día y respuesta dada en ella, que tiene firmada don Antonio Diez Rodríguez, se constituyó con la de mí el Escribano y su Alguacil Benito Delgado, a hora como las doce de la mañana de este propio día a la casa que existe en esta Villa, del barrio de San Andrés, que se compone de su fachada, puertas de calle, portal, cuartos bajos y altos, cocina y demás, que actualmente linda oriente Calle Real, donde salen sus puertas principales, mediodía casa de los herederos de don Santiago Carreño, norte con otra del Licenciado don Pedro Fernández Rabanal, poniente casas y corrales de este mismo, con el fin de dar al don Antonio la posesión que tiene solicitada en dicha casa, por haber manifestado que era de las fincas que se hallan afectas al Patronato Laical que fundó don Gaspar Asensio de Córdoba, sito en su Ermita del despoblado de San Pedro de Arenales y le fue presentado por los únicos Párrocos de esta dicha Villa y de la de Villacé, con el Regidor Decano de esta Villa, como únicos presenteros de él. A cuyo fin, habiéndole asido su merced de su mano derecha al citado don Antonio Diez, le introdujo en la expresada casa, abrió y cerró las puertas de calle, habiendo ejecutado lo mismo en otros cuartos bajos, paseándose por ellos, portales y más oficinas y hecho otras ceremonias en señal de posesión, que tomó realmente, corporal, civil, vel cuasi en dicha casa, a voz y a nombre de todos los demás bienes contantes en dicho Patronato, quieta y pacíficamente, sin contradicción alguna, cuya posesión le fue dada por expresado su merced por ahora y sin perjuicio de otra de mejor derecho.

 

En 1848 fue robada la campanilla situada en la espadaña.

 

El 14 de febrero de 1860 don Antonio, que por entonces era Párroco de Santa María de Villapérez de León, solicita del Obispo una reducción del cargo de misas que la Capellanía tenía y poder decirlas fuera de Villamañán, alegando lo costoso que era mantener la Ermita y que los ingresos de los que disponía se reducían a 400 reales de renta de unas casas y de unas 50 o 60 cuartas de viñas y 700 reales de réditos de censos muy difíciles de cobrar. 

 

Antonio Diez, Párroco de Santa María de Villapérez de esta ciudad, como poseedor del Patronato Laical de San Pedro Apóstol y Nuestra Señora del Sagrario, sito en la Villa de Villamañán, a Su Ilustrísima con el más profundo respeto expone.

Que teniendo este desde su fundación como unos ochocientos reales anuales en capitales de censos, como unas cincuenta o sesenta cuartas de viñas y una casa mediana, con la carga de celebrar por sí una misa en todos los días festivos del año y festividades de los Apóstoles San Pedro y San Pablo en la Parroquial de Villamañán y desde mayo en adelante en su Capilla, que lo está en despoblado entre esta dicha Villa y la de Villacé, no habiendo tenido efecto hace muchos años ni la residencia ni menos la aplicación de la misa en la referida Capilla, por las muchas causas emanadas de las épocas que hemos atravesado, pero como que en las actuales circunstancias todo se halla muy contrario al tiempo de su primitiva fundación, ya que por faltar en tiempo de sus antecesores la mitad del capital de un censo de cincuenta reales poco más o menos en Laguna Dalga, ya por haber quemado los franceses en Villacé a uno de mis antecesores, con quien perecieron muchas cosas de la Capilla, ya por haber aparecido en estos últimos años un capital de treinta y tres reales y de estos veinte y uno gravados sobre una finca agregada al Patronato en una ejecución de un censo de Villanueva del Arbol y a favor de la Iglesia de Canalejas, la muy mala cobranza de los réditos, que muchas veces hay que gastar más que se cobra, si no se pierde todo, algunos cuasi incobrables, los muchos gastos de las viñas y lo poco que dan, ya por ser viejas, aunque bastante reformadas por el exponente, ya por razón de epidemias y temporales; siendo además la Capilla, como es de suponer estando en despoblado, un censo extraordinario para el capellán, después de las muchas insolaciones y disgustos que ha sufrido por mirar por su conservación, pero todo en parte inevitable porque ni han dejado el altar primitivo bonito que tenía, repuesto otro por mí, ni rejas, cerraduras, puertas, paredes así interiores como exteriores, el tejado todos los años molido y lleno de cantos, aunque por mí y a costa mía repare todos los que pude de la Capilla. En fin señor, vemos que los templos en medio de las poblaciones se hallan a cada paso ultrajados, como podemos evitar que estos se repitan ordinariamente en los que están fuera de ellas y mucho más en las actuales circunstancias. Por lo tanto, para que en el interior no sufra tantos perjuicios, he tenido que trancar por dentro las puertas y en parte las ventanas con maderas y otros efectos y en ocasiones todo es poco. En cuanto a contribuciones antes pagaba de subsidio unos veinte y tantos reales y ahora se pagan doscientos y esto todavía es nada para lo que tenemos que ir pagando de un año a otro, que todo será poco por desgracia. He tenido que defender los derechos del Patronato en las actuales circunstancias ante la Real Hacienda, originándose bastantes gastos, que son consiguientes e indispensables.

Por estas tan cortas, aunque en parte graves consideraciones, a Su Excelencia Ilustrísima suplica se digne no solo hacer la rebaja de las mencionadas misas que crea justo, sino también la dispensa de localidad, para poderlas aplicar el suplicante en esta ciudad o donde se halle.

 

El Obispo reduce las misas a 40 al año, debiendo decirse en la Iglesia Parroquial todos los días festivos que hubiese desde el 1 de mayo hasta completar las 40 misas.

 

En vista de los expuesto e informe que antecede, reducimos a cuarenta misas las que según fundación tiene el Patronato de que se hace expresión en la solicitud presentada, cuyo número deberá cumplirse en la Iglesia Parroquial de Villamañán, en los días festivos que haya desde el primero de mayo de cada año hasta completar aquel por el poseedor de dicho Patronato o persona encargada al efecto.

 

Como ya se ha señalado, don Antonio Diez Miranda fallece en el año 1867 y los Patronos toman las cuentas de los años 1848 a 1867 a su hermano y heredero don Sebastián Diez Miranda.

En la toma de las cuentas de estos años aparecen los bienes de que disponía el Patronato en 1867.

 

01.- 18 censos a favor del Patronato, sumando en total un principal de 32.259,50 reales.

02.- Un prado y una tierra en término de Villanueva del Arbol y dos tierras en término de Villasinta.

03.- Viña de 7 cuartas en las Rozas.

04.- Viña de 5 cuartas en San Pedro.

05.- Viña de 2,5 cuartas en Pie de Hierro, junto al Camino de Laguna de Negrillos, más otras dos cerca de ella, una de una cuarta y otra de 4 cuartas.

06.- Viña de 4 cuartas en las Portillas, más otra de una cuarta cerca de ella.

07.- Viña de 5 cuartas en los Cerezales.

08.- Viña de 11 cuartas en las Tiñosas, junto al Camino de Carreastorga.

09.- Viña de 3 cuartas en el Socuello, más otra de igual cabida junto a ella.

10.- Viña de 3 cuartas en término de Villademor.

11.- Viña de 3 cuartas en Matagos.

 

En esta toma de cuentas realizada en 1867, los Patronos hacen constar que a pesar de las obras que don Antonio había realizado en la Ermita, esta se encontraba en muy mal estado, por lo que exigen que en el plazo de un año se debía poner un pavimento de baldosa en ella y en la Sacristía, blanquear todo el edificio y habilitar el altar para poder celebrar misas en él.

 

A Don Antonio le sucede como poseedor del Patronato Don Alberto Diez Miranda.

 

En mayo de 1879 la Ermita estaba completamente abandonada y amenazaba ruina, razón por la cual el Ayuntamiento acordó pedir a los Patronos que tomasen las medidas necesarias para evitar la ruina.

 

El Teniente don Juan Rodríguez Posadilla manifestó a la Corporación que con disgusto había observado el vecindario, el día veinte y cinco de abril último, que al celebrase la misa de rogativa de San Marcos en la Ermita de San Pedro de Arenales, esta se hallaba completamente abandonada y amenazando ruina y siendo los Patronos de la Capellanía u Obra Pía de dicha Ermita el Regidor Decano y Párroco de esta Villa, con el del inmediato pueblo de Villacé, se estaba en el caso de ponerlo en conocimiento de los dos últimos, con el fin de que por los medios que crean más conveniente se haga entender al actual poseedor la necesidad de las reparaciones convenientes para evitar su completa ruina; tomado en consideración, se acordó se pasen atentas comunicaciones a los expresados Párrocos con el objeto indicado, bien sea dirigiéndose al ilustrísimo señor Obispo de la Diócesis o usando de los derechos que a los Patronos concede la fundación de dicha Capellanía o Patronato.

 

Aunque en el año 1882 se gastaron 252 reales en retejar la Ermita, en 1884 esta se encontraba completamente abandonada, sin puertas, sin tejas en el tejado y con las paredes derruidas por las aguas.

 

Don Miguel Carreño Montiel, Párroco de Villamañan, se puso en contacto con el de Villacé para ver la forma de evitar la ruina total de la Ermita.

 

Al tomar posesión de esta Parroquia en 1884, viendo que la Ermita de San Pedro estaba completamente abandonada, sin puertas, ni teja en el tejado, las paredes derruidas por las aguas, llamé la atención de don Juan de Dios Posadilla, Párroco de Villacé, co-Patrono de este Patronato, quien había nombrado al actual llevador, don Alberto Diez Miranda, hijo de don Sebastián Diez Miranda, vecino de León, para ver el modo de reparar el estado de ruina en que se halla la Ermita, quien vio la necesidad de que yo me entendiera con e llevador para ver si hallaba medios de arreglarlo. 

 

Don Miguel se puso en contacto con el representante del poseedor del Patronato y llegaron al acuerdo de nombrar una persona que se encargase de cobrar el dinero que se debía al Patronato.

 

Procuré entenderme con don Fernando Diez Miranda, hermano y representante de don Alberto, quien reconociendo la razón de mi reclamación, manifestó que el mal estado de la ermita provenía de que los censualistas se negaban a pagar los censos, las viñas se habían perdido y no había medios para la reparación deseada, pero que estaba dispuesto a poner los medios necesarios para obligar a los deudores al pago, a cuyo efecto convenimos en nombrar un ejecutor con poder bastante para domar a los deudores. Se nombró a don Juan Rodríguez, quien nada hizo, teniendo que sustituirle por don Pedro Llamas, quien demandó a los herederos de don Tomás y José Vivas, cuyo pleito se sentenció en la Audiencia de Valladolid, y a otros deudores se les perdonó parte de la deuda.

 

Don Pedro Llamas logró recaudar 724 pesetas de diferentes deudores, con lo que se iniciaron las obras de reparación.

 

Se dio principio a las obras de reparación, poniendo puertas, pavimento, tejado y altar, según hoy se halla. 

 

Las puertas las hizo León Alvarez, hijo de Catalina Casas, por cuenta de los censos que adeudaba por la casa de su madre.

 

La tabla se sacó de vigas de la casa que tiene este Patronato en esta Villa.

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